La Razón (Cataluña)

Los Strauss reciben dos veces al 2022 en el Teatro Real

El concierto de Año Nuevo, organizado por LA RAZÓN y la Fundación Excelentia, hizo vibrar el coliseo madrileño en dos sesiones

- Matías G. Rebolledo.

La convulsión propia de los tiempos y, esperemos, endémica solo del año del que ya nos despedimos, pareció quedar definitiva­mente atrás en la velada del pasado sábado 1 de enero, a la que se le puede anexar el calificati­vo de histórica. El Concierto de Año Nuevo del Teatro Real, organizado por LA RAZÓN en colaboraci­ón con la Fundación Excelentia y gracias al patrocinio de Telefónica y Banco Santander, fue doblemente exitoso. A la tradiciona­l sesión a la caída del sol, se le sumó una en un horario quizá hasta taurino, pero con igual triunfo de asistencia. A las 17:00 y a las 20:00 horas, tras las uvas y unos días antes del roscón y las cabalgatas, la multitud de espectador­es, deseosa de comenzar el año con buen pie, llenó el coliseo madrileño con todas las medidas sanipedimo­s. tarias pertinente­s y obligatori­as y, por supuesto, disfrutó enormement­e de un programa cuidadosam­ente selecciona­do para la ocasión. El relativo buen tiempo de la capital durante el periodo festivo y la accesibili­dad del Real, hicieron el resto.

Al frente del concierto, dirigiendo a la Orquesta Clásica Santa Cecilia con brío, se situó el prestigios­o maestro Kynan Johns, quien sin descanso por la nueva naturaleza de la doble sesión, hizo vibrar la música clásica en celebració­n de ese 2022 al que tantas cosas le De corte inaugural y ambientaci­ón preparator­ia, el repertorio del Año Nuevo se abrió con la obertura Wiener Jubel de Franz von Suppé, quizá mejor interpreta­da en el segundo turno de actuacione­s. A ello siguió la célebre Banditen-Galopp de Johan Strauss hijo, en lo que sería ya una rendición casi absoluta del repertorio a la figura del músico y compositor vienés y a su apellido, puesto que también se incluyó la mítica pieza de su padre y también de su hermano Eduard superado el ecuador del concierto.

Un estallido de aplausos

Antes de ello, y de un cóctel servido en la antesala que ciertament­e se vio mermado en número por la presencia de la nueva variante y los contactos estrechos que privaron a algunos de presenciar el Concierto de Año Nuevo, la música siguió sonando por Strauss para dar la bienvenida al 2022. Así, se sucedieron el vals «Los patinadore­s», de Waldteufel, o la BauernPolk­a también de Strauss II. Para cuando llegamos hasta Hans Christian Lumbye y su vívido y vertiginos­o «Champagne Galopp», clásico en el repertorio del Real para el nuevo año en sus úl

Como cada año, la Marcha Radetzky hizo estallar el Real en aplausos para finalizar el concierto

Pese a los condiciona­ntes del virus, el público no dejó de asistir a su cita con la música

timas representa­ciones, el público se hallaba completame­nte animado y anticipand­o las piezas más «célebres», si cabe la utilizació­n profana del término, que suelen cerrar este tipo de conciertos.

Hasta cinco partituras más de Strauss hijo se escucharon de ahí hasta el glorioso final del concierto y su colofón, sumando un total de ocho y sirviendo como preparació­n a la Marcha Radetzky y a su poder eléctrico para con la sala, que siguió las instruccio­nes del maestro conductor como si de un elemento más de su orquesta se tratase. Como cada año por estas fechas, en ritual simbólico y comunitari­o casi, el Real estalló en palmas que no se interrumpi­eron hasta el final de la célebre pieza, escrita en 1848 y que ha sobrevivid­o hasta nuestros días como una tradición más de las fiestas navideñas pese a su curioso origen: hija del nacionalis­mo contextual de Austria en el siglo XIX, la composició­n de Strauss padre es una oda al mariscal de campo y conde Joseph Wenzel Radetzky, quien lideró las victorias austriacas en la época en lo que ahora es el norte de Italia. Llamativam­ente, y por la relación del militar luego con los movimiento­s de represión revolucion­aria en el Imperio, la marcha llegó a ser considerad­a un símbolo reaccionar­io hasta que se diluyó históricam­ente su valor.

Datos curiosos aparte, las palmas del respetable se terminaron confundien­do con el estallido final de aplausos, que dio por finalizado el concierto y que se mantuvo por un largo tiempo como mensaje, quizá de esperanza, de un público que se vuelve a encontrar timorato en el nuevo curso, el que nos debía devolver a la ilusión. Pese a todo, y aun doblando los esfuerzos de profesiona­les y personal de cara a la sesión doble, el público contestó a la llamada del Teatro Real para el Año Nuevo y no dejó de lado una nueva cita con la música clásica. Fueron numerosas las familias que acudieron a la representa­ción, así como considerab­le el aumento de jóvenes entre los asistentes, un demográfic­o que históricam­ente siempre se le ha resistido a este tipo de eventos y conciertos. Como nota ciertament­e negativa, cabe destacar que la fiesta Concierto de Año Nuevo no pudo ser continuada en el día de ayer por la representa­ción de «La Bohéme» prevista para la noche del domingo, que se canceló debido a la nueva oleada de contagios entre el reparto. El Teatro Real lanzó un comunicado a primera hora de la mañana, en el que se podía leer: «Se hará todo lo posible para ofrecer las dos últimas funciones, los días 3 y 4 de enero, con la ayuda de su Comité Médico y cumpliendo estrictame­nte con las directrice­s de seguridad sanitaria de la Comunidad de Madrid y del Gobierno».

De este modo, y más allá de los distintos avatares que tenga reservados todavía el 2022 en lo que es ya el tercer año de la dichosa pandemia, tanto la tradición del concierto, como la de la Marcha Radetzky o la de la numerosa presencia de nuevas generacion­es parece asegurada y, hasta cierto punto, hay en ello una sensación reconforta­nte y calurosa entre cancelacio­nes, suspension­es de último minuto y tests a diestro y siniestro. Por delante, otro nuevo año de música clásica y de firme compromiso con la cultura, como el que volvieron a firmar un año más este periódico y la Fundación Excelentia, colaborand­o para la organizaci­ón del concierto en su nuevo y doble desempeño. Y también el deseo de que, para cuando volvamos a escuchar las palmadas del anfiteatro del Real el 1 de enero de 2023, nos hayamos olvidado por fin de los tiempos oscuros que nos ha tocado vivir.

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El Gran Concierto de Año Nuevo se celebró el pasado sábado en el Teatro Real
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FOTOS: JESÚS G. FERIA

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