La Razón (Cataluña)

El sueño de la felicidad

El canto del cuco

- Abel Hernández

Tropezamos­Tropezamos al comenzar el año en la misma piedra. No escarmenta­mos. Seguimos soñando con la felicidad como si pudiera comprarse en el supermerca­do. Confundimo­s el deseo con la realidad. Deseamos felicidad a todo el mundo y la repartimos a troche y moche. Es el tema de millones de «guasaps». Y luego llega la frustració­n. Aunque este año tenemos la felicidad al alcance de la mano. El deseo está en casi todas las cartas a los Reyes Magos: Que se acabe de una vez la peste del covid y los medios dejen de agobiar con datos y opiniones sobre la odiosa pandemia. Para los más cabreados el colmo de la felicidad, al arrancar «el año de los tres patitos», consiste en que caiga el actual Gobierno «progresist­a». O que se tambalee cuando menos. No creen, como el gran Ramón Gómez de la Serna, que el único que cambia de verdad la faz del planeta es el que ara modestamen­te el terruño. Y, habría que añadir, el que no contamina el aire, ni la tierra, ni el agua. Y, sobre todo, el que ejercita la compasión con sus semejantes. Estos son los buenos propósitos recomendab­les.

Pero, en fin, por una vez esos deseos de felicidad no parece que sean falsas ilusiones. En cuanto al cambio político, que es el deseo ardiente de más de media España al comenzar el año, entramos de lleno en tiempo electoral. Castilla y León y después Andalucía tienen ya las urnas dispuestas y parece que los presagios de las encuestas no favorecen precisamen­te al inquilino de La Moncloa, sino todo lo contrario. La cadena electoral se prolongará prácticame­nte prácticame­nte sin interrupci­ón hasta el desenlace esperado de la legislatur­a. Hay fundadas esperanzas, como digo, de que la situación cambie este año visiblemen­te si el Partido Popular de Pablo Casado, que tiene el poder al alcance de la mano, acaba con los enredos internos.

Tampoco pinta mal lo del coronaviru­s. A pesar de la presente ola gigantesca de la variante Ómicron, todo indica que la pandemia se va a quedar en endemia, persistent­e, pero no más peligrosa que una gripe o un catarro. Habrá que acostumbra­rse. Lo comprobare­mos en primavera.

Sin tropezar en ilusiones vanas, viene al pelo lo que le dijo don Quijote a Sancho y que, mezclado con los deseos de felicidad, ha circulado insistente­mente por las redes: «Sábete, Sancho, que todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas». Para mí que este año los Reyes Magos lo tienen fácil.

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