La Razón (Cataluña)

Los malos titulares de Sánchez

Opinión Tomás Gómez

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ElEl año de 2022 será de elecciones en Castilla León y Andalucía, y de precampaña nacional. Pedro Sánchez se viste de optimismo mientras Yolanda Díaz saca partido a la reforma laboral y empieza a entrar con una nueva perspectiv­a en el asunto de Cataluña. Sánchez, con los Presupuest­os aprobados, confunde el respiro parlamenta­rio que le otorga tener las cuentas aprobadas con la recuperaci­ón de la economía real. Díaz juega a poner en valor su carácter moderado, casi centrista en algunas cosas.

Para el presidente, todo es economía y puede que los efectos de la política expansiva sobre los tipos de interés y la inflación no lleguen a percibirse con la intensidad suficiente como para generar desgaste antes de las elecciones, elecciones, pero la sensación de bonanza será tan tibia que no convencerá.

Yolanda Díaz ha optado por el camino de la política. No tiene una mala palabra con nadie, evita la confrontac­ión mediática con el Ejecutivo, es capaz de dirigir loas a los empresario­s y quiere «una España en la que quepan todas las Cataluñas». Es la nueva versión de Podemos. Al igual que cualquier especie, e incluso los virus, la formación morada ha mutado para no desaparece­r.

Mucho ha llovido desde aquél Pablo Iglesias antisistem­a, crítico hasta con el Bureau político de la agotada IU y que llegó a la fama como tertuliano que hacía gracia por no tener pelos en la lengua. Recibió los votos de protesta de los ciudadanos que sufrían el paro, la crisis económica o los desahucios. Se convirtió en la tabla de salvación de los desencanta­dos tanto con el PSOE como con la otra izquierda, fue el refugio de los que nunca habían votado y en la venganza de los que sí lo habían hecho.

Sin embargo, el relato tocó a su fin. El trabajo de Iglesias con los independen­tistas para que Sánchez llegase a La Moncloa, la propia entrada en el Gobierno de los podemistas y las continuas luchas internas de poder hicieron desdibujar­se al partido político. Cuando todo parecía indicar que Podemos acabaría como Ciudadanos, en una liquidació­n total a precio de saldo, el 4 M madrileño lo cambió todo. Iglesias aguantó el tipo electoralm­ente pero, lejos de quedarse en el escaño, se retiró de la política, dejando huérfanos a los morados, al tiempo que les abría una nueva oportunida­d.

Yolanda Díaz lo vio claro cuando nadie lo veía y ha conseguido ser un referente, no solo de los que están a la izquierda del PSOE, sino de muchos otros de centro izquierda. Militante comunista, de aspecto pijo, preocupada con la imagen y disciplina­da en los casi siempre edulcorado­s mensajes, nadie diría que es la sucesión normal a Iglesias. El resultado es que lo está haciendo mejor que Sánchez.

Iván Redondo era muy poco querido en el PSOE. Se le hacía responsabl­e de la política basura, consistent­e en pasar los informativ­os del día con un buen titular y, al día siguiente, ya se vería. Sin Redondo, las cosas siguen igual, solo que con peores titulares.

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