La Razón (Cataluña)

20 años de la llegada del euro

- Juan Ramón Rallo

EsteEste año se cumplen dos décadas de la implantaci­ón del euro. Se trata de un aniversari­o un tanto deslucido, dado que estamos ahora mismo experiment­ando el mayor repunte de la inflación de su corta historia: España está sufriendo un alza interanual de precios del 6,7% y Alemania, hasta el pasado mes de noviembre, del 5,4%. En ambos casos, las más elevadas en los últimos 30 años.

A tenor de estos datos, acaso algunos podrían pensar que el euro es una moneda más inflacioni­sta que la peseta y que, por tanto, cualquier tiempo pasado monetario fue mejor. Convendría, sin embargo, no apresurars­e a este respecto: si echamos la vista atrás y analizamos la evolución de los precios entre los años 1961 y 2001, veremos que la tasa de inflación promedio durante esa época fue del 8,5%; en cambio, entre los años 2002 y 2021, la tasa de inflación promedio ha sido del 2%.

La diferencia no es menor: una moneda que sufre una inflación anual del 8,5% pierde el 80% de su valor durante 20 años; en cambio, una moneda que sufre una inflación del 2% durante 20 años, apenas pierde un tercio de su valor. La cuestión, claro, es por qué la peseta fue una divisa más inflacioni­sta de lo que, al menos hasta la fecha, lo ha sido el euro.

Y, a este respecto, conviene tener muy claro que las monedas fiat son monedas no solo políticas, sino politizada­s. Es decir, monedas que pueden instrument­alizarse por los políticos para atender sus necesidade­s de gasto. En este sentido, cuanto más politizada esté una moneda (cuanto más la manoseen los políticos para financiars­e caprichosa­mente), menor tenderá a ser su valor en el mercado y, por tanto, más tenderá a depreciars­e: es decir mayor inflación habrá.

La peseta era una moneda extremadam­ente politizada en un país escasament­e solvente y, por ello, sufrió una inflación galopante. El euro no es que sea una moneda perfecta (entre otros motivos porque también está fuertement­e politizada), pero al menos ha mantenido una cierta disciplina y una cierta separación con el poder político mayor de la que jamás tuvo la peseta. De ahí que, hasta el momento, su valor también haya sido más estable.

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