El día «D» de la Roma hispánica
EsEs difícil subestimar la enorme importancia de la historia antigua de Hispania como teatro de operaciones de los conflictos más renombrados del mundo clásico. Y esto se ve especialmente en la antigua Roma, de la que siguen apareciendo restos arqueológicos. Quizá el día «D» de Roma se produjera justo frente a las playas de Ampurias, que merece la pena revisitar no solo por su innegable atractivo veraniego sino, especialmente, teniendo en cuenta toda su historia.
El caso de Ampurias es paradigmático en la antigua España, como testigo de los hechos que se desarrollaron allí desde la fundación de Emporion, la más próspera colonia de la Iberia griega, hasta los conflictos entre Roma y Cartago y la posteriormente espléndida provincia Tarraconensis, en la Hispania romana. Sin embargo, el día al que nos referimos fue el gran desembarco de las tropas de Marco Porcio Catón, muy conocido como Catón el Viejo o el Censor, para aplastar la revuelta íbera que se desarrolló entre los años 197 y 195 a.C. Apenas se había formado la administración de la Roma republicana en los territorios de la costa íbera, con las provincias de Hispania Citerior y Ulterior, cuando se produjo el levantamiento de los pueblos de la zona contra esta nueva dominación y sus cargas fiscales. Y ahí está la figura enorme de Catón, que no siempre fue «el viejo», sino también un notable hombre de acción, como muestra este episodio. Apenas había sido nombrado cónsul cuando, en el año 195 a. C., el gran estadista romano, conocido por sus apariciones en el Senado diciendo aquello de «Carthago delenda est», fue enviado con unos 20.000 soldados a aplastar la revuelta.
Hoy, gracias al trabajo conjunto del Museo Arqueológico de Cataluña, investigadores de la Universidad de Gerona y la empresa BACHE Prospección Arqueológica, como informa el portal «Historia y arqueologia», se podrían hallar los restos de la audaz maniobra de Catón tras el desembarco en Ampurias. Se espera encontrar huellas en tres escenarios de la posterior campaña de hostigamiento de los sublevados hacia el interior, tras el levantamiento del sitio de Ampurias, que condujeron a la dura pero brillante táctica que llevó a la inapelable victoria romana. Un ataque sorpresa al campamento íbero y la aplastante superioridad técnica romana –pese a que el ejército de los íberos doblaba en número a los de Catón– puso término a la sublevación y afianzó para siempre el dominio romano. Con el tiempo, como muchos buenos héroes, Catón se convertiría en un anciano maestro no solo de heroísmo, con el citado ejemplo de Cartago, sino en mentor de una filosofía estoica de vida que evoca Cicerón en su magnífico «De Senectute». Hoy podemos marchar tras las huellas del enfrentamiento entre las tropas catonianas y los íberos por los hermosos paisajes emporitanos, augurando futuros hallazgos arqueológicos que ayuden a conocer mejor este fascinante episodio de nuestra historia.