La Razón (Cataluña)

El invierno de los pueblos

- Abel Hernández

ElEl duro invierno se abate sobre los pueblos despoblado­s y sobre los que están a punto de quedar vacíos. La imparable, inexorable, despoblaci­ón del mundo rural es una paradójica contradicc­ión. Población viene de pueblo. Un pueblo despoblado es como un río sin agua o una campana sin badajo. Es una tristeza, un disparate. Soria, que es mi tierra, pierde habitantes hasta en la capital. Según la última estadístic­a oficial, ha perdireord­enar do 137 en el último año, y más de la mitad de los municipios sorianos están hoy más vacíos que hace doce meses. Esta hermosa provincia castellana, con una extensión de algo más de 10.300 kilómetros cuadrados donde viven menos de 90.000 almas, es ya un desierto demográfic­o en Europa.

El llanto por la España vaciada sólo nos viene a los ojos de forma impetuosa a los que somos de pueblo. Es un invierno, éste de los pueblos, que dura ya demasiado y que no tiene trazas de acabarse nunca. El desamparo se comprueba acercándos­e en la cuesta de enero a uno de esos caseríos solitarios, acurrucado­s sobre sí mismos, al abrigo del valle o la ladera, sin un alma por la calle, ni una risa de niño, sin el sonido de un animal, sin un arriero por los caminos . En las Tierras Altas la nieve lo cubre todo piadosamen­te, en el corazón del invierno, con su sudario blanco y frío.

Este año, inmerso aún en la pandemia, que relativiza todo lo demás, arranca con el problema de la despoblaci­ón y la necesidad de el territorio como un objetivo destacado de la acción política. Las distintas organizaci­ones locales que forman parte de la España vaciada, cansadas de esperar, han tomado la decisión de comparecer a las elecciones. Es una decisión no exenta de riesgos que probará fortuna el 13 de febrero en los comicios de Castilla y León. A la aventura de «Teruel existe», que ha acabado poniéndose al servicio de Pedro Sánchez y el sanchismo, sigue ahora, de forma destacada, la irrupción del veterano movimiento «¡Soria, YA!», en la provincia más despoblada de España. Como se sabe, la saya acostumbra acromperse por las costuras. El disputado voto de Tomás Guitarte, de «Teruel Existe» ha demostrado que la noble batalla de la España vaciada puede desvirtuar­se si este movimiento ciudadano, abierto y plural, se pierde en oportunism­os interesado­s y no mantiene escrupulos­amente la neutralida­d política. En esto es muy fácil pasar, de la noche a la mañana, de héroes a villanos. Sería una nueva frustració­n, prácticame­nte definitiva, para los pueblos, sumidos en el largo invierno.

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