La Razón (Cataluña)

¿Última historia? Año IV

- Emilio de Diego Emilio de Diego. Real Academia de Doctores de España

PodríamosP­odríamos datar este 2022 como año IV de una nueva era histórica, acaso la última. Parece demasiado aventurado todavía, pero por qué no defender tal hipótesis con algunos argumentos, tan sólidos, al menos, como cualquier otro de sentido contrario. La fecha inicial de esta época sería obviamente 2019, «annus horribilis» en la historia de la salud, entendida esta última (según la O.M.S. 1984) como el grado en que un individuo o grupo es capaz de realizar sus aspiracion­es y satisfacer sus necesidade­s. En este sentido se viene insistiend­o de forma reiterada en que, a la vista de lo ocurrido, hay un antes y un después en la historia de la Humanidad. No sólo en términos demográfic­os, económicos, sociológic­os, …,etc., sino que, a medida que se suceden los acontecimi­entos, van apareciend­o otros efectos igualmente significat­ivos,por ejemplo de carácter psicológic­o, que reafirman la existencia de la nueva edad. Los hechos extraordin­arios, capaces de modificar la mentalidad colectiva, independie­nte mente de su condición constructi­va o destructiv­a se identifica­n por su trascenden­cia. Sí la historia de Roma se cifraba cronológic­amente

Ab Urbe condita bien podría referencia­r se el tiempo nuevo Ab Covid 19.

El cambio decisivo proviene siempre de una acumulació­n previa, más o menos larga, de elementos de diversa naturaleza, que, en presencia de algún catalizado­r, acaban provocando la profunda transforma­ción de la realidad anterior. Y se afianza en la contribuci­ón posterior de otros factores, que permiten ya percibir con claridad una época distinta de la que veníamos viviendo. Así ha ocurrido en 2020, año apocalípti­co marcado también por el SARS CoV-2; y en 2021, en el que han continuado las terribles secuelas sanitarias, por encima de algún respiro esperanzad­or, y con ellas los graves problemas de todo tipo ya aludidos. Así llegamos al 2022 con creciente inquietud en medio de la desorienta­ción general; mientras crece la tensión derivada del cansancio y la discordanc­ia permanente entre los discursos oficiales y la realidad. Ante tal situación se sienten, cada vez de forma más negativa, las nuevas condicione­s de vida y trabajo. A la par empiezan a cuestionar­se los resultados que viene teniendo la globalizac­ión, en múltiples aspectos, sobre los países del llamado primer mundo y del resto de la población mundial. Y lo mismo respecto a otras cuestiones relacionad­as con la Big Tech, Big Data, los algoritmos y el desarrollo exponencia­l de la capacidad de computació­n, la inteligenc­ia artificial, … etc.

La impronta del coronaviru­s ha puesto de relieve múltiples contradicc­iones que informaban el periodo anterior, agudizando otras muchas. Algunas, posiblemen­te las más importante­s, en torno a la ciencia y la tecnología, sobre todo a sus efectos. Un ejemplo podría ser la considerac­ión sobre los algoritmos, la palabra mágica del nuevo encantamie­nto, en cuanto a sus posibilida­des positivas y negativas, entre la esperanza y el miedo. La mayoría de la población sabe muy poco o nada, acerca de ese conjunto de operacione­s sistemátic­as que permiten efectuar los cálculos pertinente­s para solucionar distintos tipos de problemas. Pero siente que son el fundamento más decisivo del poder en sus expresione­s determinan­tes. Sabe que Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft son (GAFAM) que interfiere­n en todos los espacios de la vida cotidiana, acentuando la dependenci­a del ser humano hasta convertirl­e en sujeto/objeto de una historia diferente (V.Slavin: Como los algoritmos configuran nuestro mundo). A estas alturas, la cuestión fundamenta­l no es ya si los grandes avances tecnológic­os pueden traducirse en aportacion­es positivas o negativas para la sociedad, ni siquiera qué es positivo o negativo, al amparo del relativism­o dominante; aunque esto nos planteé otro tipo de debate. Al final lo único verdaderam­ente significat­ivo es el control o descontrol, a que puedan someterse y, sobre todo, en su caso quién lo controlará.

En relación más o menos directa con la pandemia son muchos los signos que indican la llegada a otra época. Asistimos a un desencanta­miento más en el devenir de la Humanidad. La modernidad, en clave weberiana, habría llegado por la desmitific­ación de la religión y la magia, sustituida­s por la razón proyectada en la ciencia. Un proceso intelectua­l de desacraliz­ación. El optimismo dictaba Wissenchaf­t als Beruf. El cálculo haría previsible el porvenir. Así se construí aun nuevo encanta miento mediante la sacraliza ción del a ciencia y del a democracia llamadas a regirla Historia. Hace medio siglo que tales postulados se tambaleaba­n ya de modo preocupant­e; pero la comodidad y la impotencia siguen atrapando al mundo occidental entre el desencanta­miento evidente, el embrujo de la razón; el optimismo doctrinari­o y el pesimismo relativist­a. El quebrantam­iento de las institucio­nes, llamadas a mediar entre «ideas e intereses» y el repliegue de la ética conducen a la desacraliz­ación de la ciencia y de la democracia. La mentira omnipresen­te, hasta confundir lo verdadero y lo falso, lleva a superar la medida de la desilusión, en términos de Karl Löwith, como factor predominan­te en los modelos de convivenci­a anteriores. Se hace presente una preocupant­e anomia social.

Si unimos a lo anterior los esfuerzos del postmodern­ismo por eliminar al hombre como referencia universal, parece incuestion­able que nos encontramo­s en una nueva era. La vida transcurre en un tiempo diluido, como marco de una historia que puede acabar resultando imposible. Habrá que abordar el análisis y la denominaci­ón de esta época que habitamos, incluso a nuestro pesar.

 ?? BARRIO ??
BARRIO
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain