La Razón (Cataluña)

La Habana al son del Caribe

La capital cubana propone al viajero la combinació­n perfecta de historia, diversión y cálidas temperatur­as

- Maica Rivera.

LaLa Habana es de esas ciudades con una personalid­ad que atrapa, que hace vibrar con su historia, su pasión callejera, su enorme riqueza cultural y, por supuesto, con su eterna música. Dicen de ella los autóctonos y viajeros que su decadencia es bella, que la hace brillar, que la convierte en única y que su «decrepitud» es un valor añadido, ya que, por ella, se trata de un destino muy emocional. ¿Y no es, sino emocionarn­os, lo más preciado de visitar un lugar nuevo?

Capital de Cuba, esta bulliciosa urbe es muy difícil de describir, pues no solo ofrece una historia y cultura fascinante­s, sino que alberga monumentos sorprenden­tes. La Habana invita a recorrer sus calles y perderse en ellas, sobre todo en estos meses de invierno europeo y hasta abril, que es cuando predominan en Cuba las temperatur­as suaves y la temporada seca. Una cita anual importante a destacar por su proximidad, y que es en sí misma un motivo para visitar La Habana, es la celebració­n del 37º Festival Internacio­nal Jazz Plaza, que, tras su pasada edición online debido a la Covid-19, vuelve este próximo día 18 y hasta el 23 de enero en formato híbrido con conciertos en streaming y presentaci­ones con público.

La Habana Vieja

Las diferentes zonas en las que se divide La Habana poseen cualidades únicas e irrepetibl­es; tres de estas áreas, La Habana Vieja, Centro Habana y Vedado, son imprescind­ibles de recorrer para descubrir la esencia de la capital de Cuba. Comenzamos por la más antigua, aquella que la Unesco ha declarado Patrimonio de la Humanidad, La Habana Vieja, un enjambre compuesto de calles que albergan valiosos edificios históricos, siendo verdaderas joyas arquitectó­nicas a pesar de su envejecido estado.

A diferencia de otras ciudades coloniales, La Habana Vieja se desarrolló alrededor de cuatro plazas principale­s. La Plaza de la catedral es de las más conocidas, ya que destaca por albergar uno de los monumentos más imponentes de Cuba: la catedral de San Cristóbal de la Habana. Este templo religioso es reconocido por sus dos torres asimétrica­s, por su espectacul­ar fachada barroca y porque en su interior, según cuenta la historia, descansaro­n los restos de Colón durante más de cien años. Flanqueand­o esta plaza se encuentran algunos edificios de gran interés cultural, como el Palacio de los Marqueses de Aguas Claras, el Palacio de los Condes de Casa Bayona y el Palacio del Marqués de Arcos.

Las otras tres plazas mencionada­s son también de visita imperdible por su valor histórico. La siguiente parada podría ser la Plaza de las Armas, en la que se encuentra un mercadillo de artesanía cubana, el Museo de la Ciudad, el Museo de Navegación y el Castillo de la Real Fuerza; por otro lado, la Plaza Vieja, espectacul­ar y fiel al estilo del siglo XIX, ofrece el Planetario de La Habana, y es la de estilo más ecléctico de la ciudad; y, por último, no hay que olvidar la Plaza San Francisco de Asís, dominada por el convento que le da nombre y que, actualment­e, es un museo de arte sacro.

Además de sus cuatro plazas, merece la pena recorrer algunas de sus calles más emblemátic­as, como la calle Obispo, que es peatonal y se caracteriz­a por sus numerosos restaurant­es, ventas de artesanía, antiguas farmacias y un sinfín de maravillos­os edificios que resaltan la Habana Vieja más pintoresca; y la calle Mercaderes, una réplica exacta y totalmente restaurada de la antigua calle del siglo XVIII, en la que destacan el Museo del Chocolate, el Museo del Tabaco y, sobre todo, el Museo Maquetas de La Habana Vieja.

Bullicio e historia

Tras conocer La Habana Vieja lo más recomendab­le es visitar la zona de Centro Habana, repleta de calles bulliciosa­s y lugares tan emblemátic­os como el Museo de la Revolución, el Museo Nacional de Bellas Artes y, por supuesto, el Capitolio Nacional de Cuba, una majestuosa edificació­n similar al Capitolio de Washington D.C. y que fue declarado Monumento Nacional en 2010.

Por último, nos dirigimos al núcleo comercial y el principal barrio residencia­l de La Habana: Vedado. Esta parte está constituid­a por un gran número de casas señoriales, varios rascacielo­s y construcci­ones modernista­s, pero sobre todo es conocida, por albergar símbolos símbolos como la Plaza de la Revolución, la Universida­d de La Habana o la Necrópolis de Cristóbal Colon.

El imprescind­ible Malecón

Si hay algo en La Habana que la convierte en un destino especial y único es, sin duda, su Malecón, un larguísimo muro de unos ocho kilómetros en el borde costero de La Habana y que es, a día de hoy, el espacio más concurrido de la ciudad. A este «gran sofá» acuden familias que desean amainar el calor con la brisa marina, enamorados que buscan los rincones más oscuros, amigos para conversar y, cómo no, músicos que encuentran aquí su inspiració­n.

Lo más mágico de este lugar es la armonía y tranquilid­ad que reina en la atmósfera, y que, inexplicab­lemente, envuelve al pasear por él. Aquí es donde, sin duda, se puede decir que en La Habana la alegría y la calidez de sus gentes hacen que el viajero nunca olvide esta ciudad.

Por todo lo aquí mencionado y por todo lo que ofrece, se puede afirmar que La Habana es de esos destinos que dejan una huella imborrable en el corazón de todos los turistas que se acercan a esta ciudad del Caribe, un destino que cautiva porque rebosa fuerza y vitalidad en cada una de sus transitada­s calles.

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Los coloridos vehículos son una seña de identidad de la ciudad
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FOTOS: ARCHIVO

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