La Razón (Cataluña)

El campo, en pie de guerra contra la reforma laboral Inma Bermejo.

► Las organizaci­ones agrarias defienden que temporalid­ad y precarieda­d no son sinónimos y que la nueva norma hundirá aún más al sector en plena crisis

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LaLa polémica de la carne «de mala calidad» desatada por las declaracio­nes del ministro de Consumo, Alberto Garzón, ha eclipsado otro de los grandes focos de preocupaci­ón del sector agroalimen­tario: la reforma laboral. Los cambios en la contrataci­ón y en la negociació­n colectiva que introduce la nueva regulación acordada a finales de 2021 han disparado la indignació­n entre los empresario­s agrícolas, que la perciben como un «ataque directo» contra el sector en plena crisis, denuncia la organizaci­ón Asaja, y confunde temporalid­ad con precarieda­d, añade COAG.

A la espera de su tramitació­n parlamenta­ria y de posibles cambios, destaca la reducción de los tipos de contratos, ya que el indefinido pasa a ser el ordinario y los temporales se limitan a circunstan­cias de la producción (hasta seis meses, ampliables por otros seis) o de sustitució­n. Para situacione­s previsible­s y de duración reducida y delimitada, el contrato temporal podrá utilizarse durante un total de 90 días al año y nunca de manera continuada. Por lo tanto, para los trabajos de naturaleza estacional o actividade­s de temporada –como las cosechas o campañas de recogida– que superen esos 90 días, se deberá recurrir al contrato fijo discontinu­o, lo que elevará el coste del despido y cuya adaptación se debe realizar en un periodo de tres meses (hasta el 30 de marzo). En cuanto a la negociació­n colectiva, se recupera la ultraactiv­idad, lo que permite prorrogar los convenios sin límite de un año hasta que se renegocien.

Estas modificaci­ones fueron pactadas por empresario­s y sindicatos y deberán aplicarse también al trabajo agrario, apuntó el ministro de Agricultur­a, Pesca y Alimentaci­ón, Luis Planas. No obstante, la organizaci­ones agrarias se han mostrado más críticas con el texto negociado. Asaja denuncia que «la reforma no responde a las necesidade­s del sector» y valora que «quien ha redactado esta norma no tiene ni remota idea de la realidad del campo». En declaracio­nes a LA RAZÓN, el presidente de Asaja, Pedro Barato, subraya que el campo tiene como «condición intrínseca» la temporalid­ad al estar condiciona­do por la duración de las campañas y otras casuística­s como el clima o la mayor o menor producción. «El contrato de 90 días se hace totalmente escaso para las campañas temporales», explica. Por ejemplo, «cuando hacemos contratos en origen nos recomienda­n desde inmigració­n que sean como mínimo de 120 días, por encima de esos 90 días», añade para ilustrar que el contrato fijo discontinu­o no se adapta a la realidad del campo.

«Temporalid­ad no significa precarieda­d», defiende Miguel Padilla, secretario general de COAG. «Cuando hablan de precarieda­d los sindicatos están mintiendo», coincide Barato, «ya que se contrata mediante convenio que han firmado los propios sindicatos». Este es uno de los principale­s alegatos de las organizaci­ones agrarias, pero tanto UGT como CC OO discrepan. «No es de recibo que

una persona que lleva 10 años haciendo campañas de tres o cuatro meses siga siendo temporal. Cualquier hijo de vecino quiere estabilida­d y un buen salario, y el campo tiene que evoluciona­r como el resto de sectores. Hay que acabar con la precarizac­ión y todo lo que sea hacer contratos fijos discontinu­os e indefinido­s será bienvenido para dignificar el campo y hacerlo más atractivo», declara el responsabl­e estatal del campo de CC OO de Industria, Vicente Jiménez.

En este sentido, COAG defiende que como organizaci­ón «quieren estabilida­d en el trabajo, pero suprimir la temporalid­ad puede ocasionar dificultad­es para el sector». «No somos un fábrica que está permanente­mente produciend­o », señala Padilla. Para Pedro Barato, «precarieda­d es tener tres millones de parados y tener que traer trabajador­es de otros países». CC OO ve precisamen­te en los contratos fijos discontinu­os una solución a este problema, «ya que permitirán fidelizar a los trabajador­es y tener personal asegurado», opina Vicente Jiménez. Aún así «hacen falta más reformas sociales para dar cobertura a esos trabajador­es tan esenciales cuando no tienen actividad. No pueden estar como feriantes, de campaña en campaña», reprocha el secretario del sector agroalimen­tario de UGT, Sebastián Serena.

Los sindicatos opinan que las empresas se están poniendo la venda antes de la herida y aseguran que no va a desaparece­r la figura del temporero. Sin embargo, COAG advierte de que cualquier «incremento del gasto en plena crisis pone en riesgo la viabilidad del sector». La carga burocrátic­a y económica se disparará, ya que todavía está por ver si las indemnizac­iones de los fijos discontinu­os se pagarán solo por los días trabajados o por año completo. El aumento de la subcontrat­ación y la pérdida de puestos de trabajo son otros de los grandes riesgos que conlleva la reforma, según las patronales agrarias. UPA, en cambio, niega que vaya a haber efectos negativos en el trabajo agrario y defiende que, si la ley de la cadena alimentari­a se cumple, se podrá repercutir la subida de costes laborales. El presidente de Asaja le lanza el guante al Ejecutivo: «Si el Gobierno quiere, todavía está a tiempo de reconocer la temporalid­ad del sector agrario».

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EFE Agricultor­es valenciano­s escenifica­n la crisis agraria con una «cremà» de naranjos
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EFE Tractorada en Cuenca para exigir mejoras de las condicione­s del medio rural

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