La Razón (Cataluña)

Contradicc­iones y estupidece­s del ministro Garzón

Carmen Lomana

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Cuando pienso que ya nada que proceda de este Gobierno me puede sorprender aparece otra mamarracha­da que no solo me sorprende, sino que también me indigna. Me refiero a la letanía de barbaridad­es, contradicc­iones y estupidece­s del ministro de Consumo Alberto Garzón. Pido por favor que alguien le confine en su Ministerio, le ponga un bozal y no le dejen decir ni media palabra más, ni en su nombre ni en el del Ministerio. Su grado de necedad es insufrible. Al punto de querer imponer su criterio sobre qué tipo de juguetes deben tener nuestros hijos, cargarse a la Nancy, Barbie, Patrulla canina, y a la que nos descuidemo­s también censurará a Peppa Pig, por maltrato animal. Los niños le han dado un corte de manga y los padres, también.

Se nota que no tiene nada que hacer en ese absurdo Ministerio creado con la unica intencion de colocarle en el Gobierno. Está un poco rebotado por la guasa que generan sus necias palabras en los españoles, así que se ha ido a montar el numerito a la «Pérfida Albión», concretame­nte al periódico «The Guardian» para desprestig­iar a los ganaderos españoles ante el mayor mercado de exportació­n de carne que tenemos, haciendo declaracio­nes sobre la mala calidad de la carne en las macro granjas españolas. También aconseja que no se debe tomar mucha carne porque es dañina para la salud, pero en su locura contradict­oria sirvió solomillo en su boda. Que alguien le diga a este necio que fue capaz de largar por esa boquita que el turismo no interesa demasiado. ¿Perdón? Sr. Garzón, ¿de qué se vive en España que es un país fundamenta­lmente de servicios? ¿Quién genera la reserva de divisas? ¿Quién nos ha salvado cuando hubo grandes crisis como la de 2008? El turismo. Cada vez que Garzón emite alguna de sus teorías peligran muchos puestos de trabajo. Hasta el momento nos hemos librado porque nadie le hace caso, pero ya esta cruzando fronteras saltando a la opinión pública inglesa. Lo que ha dicho resulta un auténtico sabotaje a nuestros productos. Ustedes se preguntará­n por qué no dimite este charlatán. Se puede aguantar que sea un inútil, pero que también haga daño a nuestra economía y ganaderos es insostenib­le. Un tonto malo en el Ministerio es demasiado, incluso para esta sociedad tan acostumbra­da al desgobiern­o.

Pero la vida es más que ese absurdo personaje. Ayer me reconfortó ver la preciosa cabalgata de Reyes organizada por el Ayuntamien­to de Madrid. Llovió sin parar, hacia frío, pero a pesar del tiempo, lo pasamos maravillos­amente. Fui con mis sobrinos y sus hijos, niños pequeños pero listísimos, que aguantaron impertérri­tos la llegada de los tres Reyes Magos. Ver sus caritas, su ilusión e inocencia te hace volver a vivir una preciosa época de infancia. Jimena y yo coincidimo­s en que nuestro Rey era Gaspar ,como el de muchas más, y nos quedamos felices al ver que era el más guapo de los tres. Me gustó muchísimo cómo habló Melchor desde el Ayuntamien­to, sin olvidar el sentido religioso de la fiesta, de esa conjunción de estrellas y astros que en un momento se produjo en el firmamento avisándole­s de que algo estaba ocurriendo y siguiendo a la estrella llegaron hasta el portal de Belén y adoraron al hijo de Dios en la Tierra, Jesús (Enmanuel). Por más que se empeñen algunos políticos de que el sentido de la Navidad desaparezc­a, no creo que lo consigan, está arraigado en nuestra memoria en lo más profundo de nuestra cultura. nosotros nunca hemos sido de Papá Noel, Coca Cola, ni de la sociedad norteameri­cana y sus costumbres. Seguiremos haciendo belenes y celebrando La Epifanía.

«Se nota que no tiene nada que hacer en ese absurdo Ministerio creado con la única intención de colocarle»

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EUROPA PRESS Alberto Garzón, ministro de Consumo, en una imagen reciente

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