La Razón (Cataluña)

La batalla por el relato de Zenobia

Julián Herrero

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NoNo fue «relato» la palabra del año, pero bien lo podría haber sido. La turra que nos dan nuestros políticos por ganar la delantera del discurso merecería una distinción por parte de la Academia. Aunque solo sea como reconocimi­ento irónico de un hartazgo generaliza­do. Ya no sorprende a nadie ver el Congreso convertido en un patio de colegio: «Habla, chucho, que no te escucho», «Yo, mi, me, conmigo»...; sin embargo, hemos entrado en un bucle tan autodestru­ctivo que la propia realidad ya es lo de menos. Solo importa la verdad de cada uno. El primero en cacarear, gana, y si eres segundo solo debes hacerlo más fuerte, que también ganas. Lo vimos más claro que nunca en aquellas cargas del 1 de octubre (2017): el independen­tismo catalán se sacaba de la manga una consulta a todas luces ilegal que, por otro lado, fue vista fuera de nuestras fronteras como un hecho en el que la Policía daba mamporros a gente que quería votar. Fueron casos aislados, mínimos, pero las fotos de las portadas del día siguiente las hubieran firmado los «indepes» incluso antes de abrir los colegios aquella jornada. No era la realidad, pero les bastaba dentro de su imposible.

El relato lo es todo. Marca los tiempos a la hora de convocar elecciones, pero también marca la Historia. Ya lo sabía el mismísimo Calderón de la Barca y, por ello, quiso darle a Zenobia, reina de Palmira en el siglo III, «La gran Cenobia», la posibilida­d de contar su vida sin intermedia­rios. Una figura de la que se ha dicho de todo y que comenzó a ser ficción desde el primer momento en el que fue importante. Así, el personaje central de la pieza que llega esta semana al Teatro de la Comedia (la tercera de las cuatro obras «romanas» que programará esta temporada) escribe un libro sobre la historia de Oriente a sabiendas de que, en cualquier momento, su imperio va a sucumbir ante Roma. Quiere dejar su voz, su memoria, para las futuras generacion­es antes de que sean otros la que la cuenten. «Lo importante no es lo que sucede, sino cómo se cuenta lo que sucede y, así, llegamos a no saber lo que pasa», explicaba ayer Lluís Homar –director de la Compañía Nacional– sobre un montaje «que ha puesto la lupa ahí».

David Boceta es el líder de ese equipo, casi en su totalidad surgido de la cantera de la CNTC, que relaciona el texto (en versión de Luis Sorolla) con «la manipulaci­ón de los hechos, el relato, del mundo político y social de hoy», asegura. Pero también pone el dedo sobre los «dos bandos» que se presentan: el de Palmira, con Zenobia (Isabel Rodes) a la cabeza, donde hay «una carga más ética, justa, democrátic­a... Un gobierno por y para el pueblo»; y el de Roma, en el que los principios de Aureliano (José Juan Rodríguez) son lo contrario, ambición y ansia de poder. «Más cerca de los valores europeos», añade.

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La reina Zenobia gobernó en Palmira durante el siglo III (267-272)

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