La «deshonra» de ganar un Globo de Oro
«El poder del perro», de Jane Campion, y como ya presuponían muchos, se impone junto al notable musical «West Side Story», de Steven Spielberg, durante la ceremonia de estos otrora prestigiosos galardones más deslucida que se recuerdan en el Beberly Hilton de Los Ángeles
LaLa muerte definitiva del viejo Hollywood podría haberse consumado de forma paralela a la desaparición momentánea de la lentejuela. Y es que no deja de resultar tristemente curioso que uno de los elementos que más ha reflejado la absoluta falta de interés que los Globos de Oro de este año han despertado ha sido la ausencia de alfombra roja y de estrellas que la paseen, convirtiendo en nula la posibilidad de hacer efectivo un año más el escrutinio popular al que se somete a las celebrities que lo protagonizan. Llevan tiempo vaticinando desde la industria del cine el establecimiento definitivo de un cambio de paradigma en los códigos éticos y temáticos del audiovisual y precisamente por eso no debería resultar del todo sorprendente la capacidad de dicha pretensión para extenderse también a la logística de citas tan internacionales y multitudinarias como la de Los Ángeles. Atrás quedaron aquellas escenas barnizadas con el glamour de las galas norteamericanas y los grandes focos mediáticos que jalonan el anecdotario histórico de los Globos en las que un impecable Hugh Grant aguantaba como podía el tipo subido al escenario ante el ligero retraso de Renée Zellweger minutos antes de que la actriz recogiera el premio por su interpretación en «Persiguiendo a Betty» y confesara, con el premio ya entre sus manos, que había tenido que refugiarse en el baño para quitarse el pintalabios de los dientes. O aquella otra en la que Jack Nicholson, cuando recibió su galardón en 1998 por «Mejor imposible», subió mascando chicle y tras una provocadora intención de divagar en su agradecimiento, dedicó un amago de calvo a sus compañeros nominados.
Anómala y deslucida
Esta vez no ha habido conatos de bajadas de pantalones ni encantadoras disculpas por megafonía: tampoco público, ni Prensa acreditada, ni caras conocidas, ni pompa, ni boato, ni nada. Por no haber, no ha habido ni retransmisión. Durante la madrugada del pasado domingo en un núcleo urbano tan amigo de la excentricidad como Los Ángeles se llevó a cabo una de las «galas» más deslucidas y anómalas que se recuerdan en el hotel Beverly Hilton. Boicoteada y torpedeada por la propia industria y la televisión como consecuencia directa de las reiteradas acusaciones de corrupción y falta de diversidad de los organizadores, la edición número 79 se preveía catastrófica desde que el pasado año se revelase, entre otros acontecimientos, que algunos miembros de la organización, con el pretexto promocional de la serie «Emily in Paris», habían viajado con todos los gastos pagados a Francia o desde que empezara a señalarse como un problema el hecho de que ningún miembro del jurado, de los 86 que lo integran, fuese negro. Con estos precedentes, los nombres de los ganadores de este año elegidos por un grupo de miembros de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA) fueron publicándose simultáneamente en el perfil oficial de su red social. Entre las cintas premiadas hubo dos triunfadoras: «El poder del perro», la extraordinaria revisión del wes
«En esta gala no hubo público, tampoco Prensa, famosos o glamour; ni siquiera fue retransmitido»
tern escrito por Thomas Savage en la hermosa recreación de la realizadora de «El piano», se llevó tres premios, incluidos los de mejor película dramática y dirección para Jane Campion, mientras que el «remake» de «West Side Story» dirigido por Steven Spielberg se hizo con otros tres, incluido el de mejor cinta de comedia o musical.
Por su parte, Will Smith se impuso a la actuación de Benedict Cumberbatch en «El poder del perro» y se llevó el galardón a mejor actor en la categoría de drama por «El método Williams» y Nicole Kidman hacía lo propio en la femenina por «Being the Ricardos». Asimismo, Kenneth Brannagh conseguía alzarse con el premio al mejor guion por «Belfast», un relato semiautobiográfico enclavado en los tumultuosos años 60 de la Irlanda del Norte, «Encanto» se consagraba como la mejor película de animación y «Drive my car», realizada por Hamaguchi, le arrebataba la distinción de mejor filme internacional a las «Madres paralelas» de Pedro Almodóvar.
El apartado televisivo también encontraba su caballo ganador con «Sucession», de HBO, que ha sido considerada la mejor serie dramática del año, cerrando la noche con un total de tres estatuillas.