La Razón (Cataluña)

Carne sí o carne no. ¿Qué es bueno para el planeta?

► Las palabras del ministro de Consumo reabren el debate de cómo reducir las emisiones de este sector estratégic­o, que en su versión más natural resulta un aliado de la conservaci­ón. Con macrogranj­as produciend­o a bajo coste, una población mundial en aume

- Eva M. Rull,

DesdeDesde el punto de vista ecológico es inviable prescindir de la ganadería». Así de tajante se muestra Máximo Florín, profesor del Centro Regional de Estudios del Agua de la Universida­d de CastillaLa Mancha y gran conocedor de la realidad ganadera española cuando se le pregunta sobre ganadería y s os tenibli dad. La carne se le ha vuelto a atragantar al ministro de Consumo, Alberto G arzón, esta vez por unas declaracio­nes en el diario The Guardian que le han valido las críticas del sector y de prácticame­nte todos los partidos políticos, incluido el socialista. Malinterpr­etado o no, lo cierto es que la descarboni­zación es, como en otros sectores productivo­s, el gran reto de la ganadería. Esta actividad supone un 14% de las emisiones de gases de efecto invernader­o, pero también da empleo a 700.000 personasen España. La mayoría de las explotacio­nes son familiares, aunque también hay más de 3.000 macrogranj­as de cerdos si se atiende al Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminan­tes. Estas pinceladas sirven para darse cuenta de la complejísi­ma realidad del sector y de que hablar de carne sí o carne no, no es tan simple. El debate vuelve a estar servido.

Organismos internacio­nales como la FAO o la OMS o el mismo IPCCabogan­po runa reducción del consumo de carne y, pese a las críticas de su propio socio de coalición «el propio ministerio lleva años haciendo pedagogía sobre esto. Hay que comer o menos veces ala semana carne o menos cantidad y de mayor calidad», dice Florín. La política, también la española, apunta a reforzar los sistemas productivo­s extensivos de razas autóctonas. Es decir, la idea es apostar por un modelo distinto al que hay ahora, donde el 90% de las explotacio­nes son intensivas. Ala producción de carne de animales que pastan en extensivo se le reconocen servicios ecosistémi­cos como la preservaci­ón de hábitats de gran valor ecológico como la dehesa o las zonas de montaña, la conservaci­ón de razas autóctonas o la prevención de incendios, pero «hay un error en demonizar la ganadería intensiva respecto a esta extensiva. Son dos modelos que siempre han coexistido­y cualquier cosa que se haga bien no hay problema. La intesiva siempre es complement­aria», explica el profesor .

Algo diferente son las macro gran

jas, sistemas intensivo industrial­es donde se suman cientos de cabezas de ganado en la misma instalació­n. Esta semana organizaci­ones agrariasco­mo A saja o UPA se han encargado de dejar claro que ellas nunca han defendido estos modelos a los que se les asocia muchos de los problemas de contaminac­ión de las aguas por una deficiente gestión de los purines. «Hasta 2021 somos el país europeo que más expediente­s tiene por contaminac­ión relacionad­a con la ganadería; la mayoría son de agua», afirma Florín. De hecho, el pasado diciembre la Comisión Europea ha decidido llevar a España a juicio por incumplir la Directiva de nitratos y por no evitar la contaminac­ión de las aguas. Dice el investigad­or que «el precio de la carne así producida no se ajusta a la realidad, uno porque está subvencion­aday, dos, porque no pagan por el correcto tratamient­os des uspur in es. El sistema de producción integrada no es posible sino es incumplien­do la ley ».

Entonces ¿qué es una ganadería sostenible? Para el profesor, «lo primero primero es cumplir las normas y no ser tan flexibles cuando se hacen Declaracio­nes de Impacto Ambiental. En segundo lugar, reducir el consumo. También para el sector ,« lo ideal es producir en extensivo, pero esto encarece los costes de producción y no sirve para cubrir la demanda. Además, los consumidor­es comprancar­ne barata y no apuestan por variedades como el cerdo ibérico. La intensiva es la que da de comer a todo el mundo. No olvidemos que la población está aumentando y la necesidad de proteína también», afirma Arturo Hernangóme­z Jiménez, técnico de ganadería de Asaja. Además, asegura el técnico, el intensivoc­umple todas las normativas de calidad y bienestar animal. Un detalle cada vez más regulado. Ahora está preparando un decreto de ordenamien­to debo vino que establece un máximo de animales por granja. «Si queremos todo en extensivo falta terreno y habría que reducir ganado», remata Hernagómez.

Curiosamen­te esto es lo que está sucediendo ahora mismo en Holanda. El país apostó fuerte por la ganaderíai­ntensivaya­horahacrea­doun ganaderíai­ntensivaya­horahacrea­doun ministerio para reducir el impacto en emisiones del sector ganadero. Además desde 2019 subvencion­a el cierre voluntario de explotacio­nes.

Precio y consumo

Tampoco el asunto del consumo es sencillo. Desde 2012, según datos del Ministerio de Agricultur­a, el consumo de carne en los hogares ha descendido un 12% y diferentes estudios apuntan a qua a día de hoy lo veggies ya representa­n el 10% de la población solo en España. Por otro lado, están las previsione­s de crecimient­o de la población mundial de la FAO, organismo que afirma que el suministro de proteínas tendrá que duplicarse de aquí a 2050.« A los consumidor­es nos gusta saber que el animal ha estado en libertad y ha pastado», dice Hernangóme­z.

También entendemos qué calidad tiene cada pieza de carne, pero ¿estamos dispuestos a pagar más por una producción más natural? Lo cierto es que solemos comprar carne barata más y demasiado a menudo, dicen los consultado­s. En este sentido, un estudio publicado estos días por la revista Lancet Planet Health afirma algo interesant­e: que el coste de comer varía en funciónde dónde se viva .« En los países de mayores ingresos, es entre un 22 y un 34 % más barato comer de forma sostenible que seguir una dieta que tenga la carne como protagonis­ta. Sin embargo, en los países de bajos ingresos, se vuelve un 29% más caro reducir la carne». Con este estudio en la mano, es más fácil entender la guerra que le ha declarado Alemania a las carnes baratas. Para Asaja este es un punto clave: «Las macrogranj­as van a ser inevitable­s. Ha pasado con el ganado de leche. Con el precio final en mercado, que no sirve para cubrir costes, muchas explotacio­nes han cerrado».

La Ley de cadena alimentari­a trata de cubrir los costes de producción, pero ¿qué pasa si se consume cada vez menos en España y en Europa y los precios a los que se compra son cada vez más bajos? Pues que o el sector exporta o no sobrevive. «El estabulado intensivo ha aumentado mucho por la pérdida de rentabilid­ad de las explotacio­nes. Hemos obligado a los ganaderos a producir peor y ahora nos estamos dando cuenta», dice Florin. Sin embargo, apunta el investigad­or que ahora mismo producimos cuatro veces más de lo que consumimos, entre otras cosas porque hasta ahora hemos vendido mucho a China. «Los sistemas intensivos ligados a la exportació­n son una de las razonas que no hacen sostenible el modelo», dice.

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EFE El 90% de las explotacio­nes en España son familiares y cuentan con una media de 200 cabezas de ganado

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