El fascinante eclecticismo de Bogotá
► Museos, históricas calles, zonas verdes y una animada oferta cultural no defraudan al viajero que llega a la capital colombiana
LaLa amabilidad, calidez y pasión de los colombianos por la vida son cualidades que emocionarán al turista». Esta frase es la esencia de una de las muchas razones por las que merece la pena viajar hasta Colombia y conocer su capital, Bogotá, una ciudad en la que los amantes de la gastronomía, la música, la cultura y la arquitectura ecléctica encontrarán un destino tan fascinante como sorprendente.
Bogotá es un referente entre los viajeros por ofrecer, además de los alicientes más icónicos y comunes a toda Colombia, atractivas experiencias. Entre esa oferta turística que caracteriza a la ciudad destaca en este nuevo año 2022 numerosos conciertos, como el de Ana Torroja, e interesantes exposiciones que se pueden encontrar en sus museos.
Empezamos el recorrido por la ciudad por el que es uno de los principales atractivos históricos de Bogotá: el barrio de La Candelaria, lugar donde fue fundada la urbe en 1538. En pleno centro antiguo, está considerado un auténtico museo al aire libre gracias a las pinturas urbanas que decoran sus calles estrechas y empinadas, a su vez flanqueadas por bonitas casas de corte colonial. Gran parte de las construcciones de este barrio han sido declaradas bienes de interés histórico y cultural; de hecho, en esta zona se concentra una gran parte de museos, teatros, universidades y bibliotecas, entre ellas la Biblioteca Luis Ángel Arango, una de las más visitadas del mundo. Por todo ello, puede considerarse que este barrio es una fusión entre historia y modernidad, una combinación que logra fascinar a miles de turistas cada año.
Siguiendo nuestro camino por la capital colombiana nos encontramos con interesantes museos, entre los cuales podemos destacar el Museo del Oro –con más de 35.000 piezas del preciado material que le da nombre y más de 25.000 de cerámica, hueso, concha, textiles y piedra procedentes de las culturas indígenas que poblaron la ciudad antes de la colonización española–, el Museo Botero –que recoge la obra del reconocido pintor, escultor y dibujante medellinense Fernando Botero Angulo y obras de artistas europeos, tales como Renoir, Monet, Picasso, Miró o Dalí– y el Museo Nacional de Colombia, que contiene cuatro tipos de colecciones: arte, historia, arqueología y etnografía; sin olvidar el Museo del Arte Moderno, más conocido como MAMBO.
La mencionada oferta cultural se complementa con la belleza de una ciudad que cuenta con espectaculares parques, como el de los Periodistas y el Parque Metropolitano Simón Bolívar –el más grande de toda la capital–, pero también otros lugares que no pueden dejarse de visitar, como la Plaza de Bolívar, en la que se encuentra la Catedral Primada de Colombia; la Zona T, una de las más exclusivas de Sudamérica; o el Mercado de las Pulgas que, aunque lejos del centro, merece la pena visitarlo por el encanto con el que cuenta, pues en él pueden encontrarse auténticas «joyas».
Música y gastronomía
No se puede hablar de Bogotá sin mencionar que fue declarada Ciudad Creativa de la Música por la Unesco, un merecido reconocimiento gracias a su política institucional basada en fomentar los conciertos gratuitos en festivales al aire libre, como el muy célebre Rock Al Parque, organizado por la Alcaldía Mayor de Bogotá. A la diversidad de los géneros musicales que inundan de ritmo las calles de la ciudad se une, por supuesto, su riqueza gastronómica, con restaurantes que deleitan a los comensales con comida tradicional del país, que destacan por usar productos locales, o bien restaurantes internacionales, si lo que se quiere es probar sabores del mundo.
Para concluir la visita nada mejor que subirse hasta el Cerro de Monserrate y, además de contemplar la Basílica Santuario de Monserrate, comer en cualquiera de sus dos restaurantes. Disfrutar de una exquisita comida tradicional colombiana a la vez que se contempla la inmensidad de esta urbe es el broche de oro para concluir el viaje a una ciudad fascinante.
Resulta una delicia perderse por las bibliotecas y los museos de esta gran urbe que no duerme