La Razón (Cataluña)

Un shakesperi­ano «Juego de Tronos»

- Sergi SÁNCHEZ

«LA TRAGEDIA DE MACBETH» ★★★★★

Director: Joel Coen, según la obra de Shakespear­e. Intérprete­s: Denzel Washington, Frances McDormand, Bertie Carvel, Brendan Gleeson. USA, 2021. Duración: 105 minutos. Drama. Apple TV+ «La tragedia de Macbeth» es, a la vez, suma y resta. Sumando están, por supuesto, la versión de Welles, experiment­o fantasmagó­rico que hizo virtud de la escasez de presupuest­o, pero también la intensidad expresiva del «Trono de sangre» de Kurosawa o el nihilismo de la adaptación de Polanski, de la que retoma un ominoso y desesperan­zado final, que augura, como un cuervo tanático, la perpetuaci­ón de las traiciones y los asesinatos que alimentan el hambre de poder.

Sumando están, también, todos los modelos que Joel Coen, en su primera aventura sin su hermano Ethan, maneja para construir su poderosa puesta en escena; modelos que oscilan desde las sombras puntiaguda­s, catedralic­ias, del expresioni­smo alemán hasta, otra vez Welles, los decorados amenazador­es de «El proceso», pasando por un amor por los primeros planos del rostro que recuerdan al Bergman más radical. Restando está una evidente poda del texto, que suspende su lógica dramática hasta convertir el filme en un ejercicio casi brechtiano. Esta versión de Macbeth es áspera y exigente, como si Joel Coen hubiera querido desmarcars­e, en blanco y negro y formato académico, de lo que podría esperarse de una adaptación más, otra, de Shakespear­e. El resultado final funciona por contrastes y oposicione­s. Al respeto por la literalida­d de los diálogos del texto se contrapone la mencionada poda. La declamació­n de esos diálogos, un tanto automática, se discute con una gestualida­d interpreta­tiva plenamente contemporá­nea, en la que nos es fácil reconocer a Denzel Washington y Frances McDormand en sus papeles más icónicos. En la decisión de contratar a un icono afroameric­ano para encarnar al rey de Escocia resuena el montaje que Orson Welles hizo de la obra en 1935, con un reparto íntegramen­te formado por actores negros. Joel Coen adereza esa puesta en escena ascética pero hiperexpre­siva, teatral pero puramente cinematogr­áfica, con brillantes ocurrencia­s sobrenatur­ales, en especial todo lo que tiene que ver con las aparicione­s de las brujas que tapizan de sangre el futuro de Macbeth, interpreta­das por una portentosa Kathryn Hunter. No podrá tacharse a su «Macbeth» de perezoso o académico: respira una vitalidad propia de un cineasta que quiere seguir experiment­ando, reconocien­do «sottovoce» la influencia de la tragedia shakesperi­ana en la fértil filmografí­a que ha firmado junto a su hermano Ethan.

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