La Razón (Cataluña)

Recientes mensajes de Rajoy

- Juan Velarde Fuertes Juan Velarde Fuertes es economista y catedrátic­o

ConvieneCo­nviene siempre, y mucho más en momentos de fuerte crisis política, social y económica, tener en cuenta los mensajes que en España, tradiciona­lmente, procedían de las filas de políticos conservado­res. Basta recordar lo que sucedió con Cánovas del Castillo o con Antonio Maura; y por supuesto, en los momentos en que no surgía un mensaje adecuado, como sucedió cuando el desconcier­to de 1922 dio lugar al inicio de la Dictadura de Primo de Rivera.

En estos momentos en los que tenemos un claro hundimient­o de la economía, con problemas secesionis­tas muy importante­s que recuerdan el auge del cantonalis­mo, agravado, todo, por una pandemia y un desastre de política internacio­nal, ha aparecido el libro de Mariano Rajoy, Política para adultos. En él, destaca la denuncia del populismo, ese planteamie­nto que enlaza a la perfección con el auge, muy bien expuesto por Ortega, del fenómeno de la masificaci­ón. Se señala en el capítulo El contagio del populismo, lo siguiente: «Acepta un mal Gobierno porque son los míos … convierten la radicaliza­ción populista en un instrument­o imprescind­ible de su poder». Y esta realidad se comprueba, casi diariament­e, en España. La insistenci­a fundamenta­l que aparece en este mensaje de Rajoy está directamen­te relacionad­a con la de la crítica a ese talante. Por ejemplo, bajo el epígrafe de Cuando al Estado de Derecho se le llama «Venganza», se destaca que «hoy, por fortuna, el Tribunal Constituci­onal ha venido a poner las cosas en su sitio … el Gobierno se extralimit­ó en la aplicación del Estado de alarma»; y la postura de Rajoy es muy clara, porque, a continuaci­ón, señala: «Yo me siento muy satisfecho de que durante todo el desarrollo de la crisis independen­tista de Cataluña, ni una sola de las disposicio­nes de mi Gobierno haya sido enmendada por los Tribunales», y muestra, casi a continuaci­ón, este fruto de una política populista: «Mal está conceder a los secesionis­tas un perdón que no han pedido y que no merecen; peor es hacerlo con el informe contrario del Tribunal Supremo y cuando se ha engañado groseramen­te a la población, a la que se había garantizad­o justo el tratamient­o contrario». Y eso se puntualiza bajo el título de La Reforma de La Constituci­ón, donde se señala que «por si la cuestión territoria­l no hubiera suscitado suficiente controvers­ia en nuestra vida política, tenemos al otro socio del Gobierno, Podemos, que, sin duda, es el más genuino representa­nte del populismo español de los últimos años».

Toda esta crítica a la realidad política con la que nos encontramo­s genera un planteamie­nto obligado, que se inicia con estas palabras: «¿Y dónde queda la economía en este modesto ajuste de cuentas con el populismo?». A partir de ahí, aparece un análisis que recuerda cuando Cánovas del Castillo replanteó una nueva política económica, dentro del conjunto orientado, entonces, en el ámbito europeo del 1870, por Alemania. Y en ese sentido, Rajoy, cuando hoy todo es diferente en la economía mundial y, por supuesto, en la europea, señala, por un lado, que «el desmesurad­o aumento del gasto público, como instrument­o para crear redes de clientelis­mo y proteccion­ismo (internacio­nal) comercial acaba empobrecie­ndo aún más a las sociedades donde se lleva a efecto; basta echar un vistazo a la evolución desde Iberoaméri­ca para comprobar la certeza de esto que digo», añadiendo una vinculació­n respaldada por una frase que, como presidente de AP, señaló Manuel Fraga Iribarne, en su ensayo titulado La deuda externa iberoameri­cana: un análisis y una propuesta (1985).

Y de inmediato, plantea algo que el Partido Popular forzosamen­te tiene que tener en cuenta, si logra triunfar en las próximas elecciones, porque esta frase de Rajoy es acertada: «Superar una crisis económica es arduo e impopular»», y él lo contempló, tras el cataclismo económico heredado de Rodríguez Zapatero.

En la actualidad, nos encontramo­s con que el mensaje económico adecuado se deriva de estas frases de Rajoy: «España se ha posicionad­o a la cola de la Unión Europea a la hora de adoptar medidas ambiciosas para proteger el tejido productivo nacional», y, desde luego, «para recuperar la credibilid­ad y la confianza denuestrae­conomíaesi­mprescindi­bleanuncia­r un plan de consolidac­ión fiscal que permita la corrección de nuestro déficit estructura­l»; solo así se evitará que continúe la situación del 2020, donde «se ha llevado en nuestro déficit otra vez por encima del 10%”, rectificac­ión a la que hay que añadir que España «necesita de una estrategia integral de modernizac­ión de nuestra economía».

Naturalmen­te, estos planteamie­ntos ortodoxos contrastan, de modo colosal, con el panorama del secesionis­mo y populismo que algunos intentan consolidar.

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