La Razón (Cataluña)

La amenaza rusa revive a la OTAN

► La Alianza Atlántica se vuelca en el conflicto de Ucrania mientras sigue de cerca el ascenso de China en el Pacífico

- Mirentxu Arroqui

LosLos asesinos siempre vuelven a la escena del crimen y los viejos enemigos siempre pueden volver a renacer. La OTAN se enfrenta al viejo dilema de resolver sus fantasmas del pasado, que son más presentes que nunca – el expansioni­smo ruso–, mientras se enfrenta a las nuevos retos del S. XXI como el auge militar chino, el terrorismo internacio­nal y amenazas híbridas como la desinforma­ción y los ciberataqu­es. En el informe del grupo de expertos denominado NATO 2030 se tacha a Moscú como «amenaza militar», si bien se sitúa a Pekín en pie de igualdad como riesgo para la seguridad de la Alianza.

Además, se reabre el debate sobre la convenienc­ia o no de ampliar el número de sus miembros (30), justo cuando Moscú quiere imponer un veto a la entrada de países de laantiguoó­rbitasovié­ticaantesp­ertenecien­tes al Pacto de Varsovia como Ucrania y Georgia. La Organizaci­ón del Tratado del Atlántico Norte es una alianza multilater­al producto de la posguerra ya que su texto fundaciona­l, el Tratado de Washington se firmó el 4 de abril de 1949, establecía la organizaci­ón como un sistema de defensa colectiva de uno para todos y todos para uno, en el que los Estados miembros acordaron auxiliar a cualquiera de los suyos ante un ataque externo. Aunque en un primer momento era una sobre todo una organizaci­ón política, la guerra de Corea hizo que se planteara como una coalición permanente con una estructura militar. La existencia de la OTAN adquirió su pleno significad­o en un mundo dominado por la Guerra Fría entre dos potencias opuestas con sistemas políticos y económicos rivales –Washington y Moscú– que se repartían sin disimulos sus correspond­ientes zonas de influencia. El enemigo estaba claro. De hecho, la URSS creó, como respuesta al nacimiento de la O TAN, el Pacto de Varsovia en 1955.

El derrumbami­ento de la URSS y la emergencia de nuevas amenazas como el terrorismo internacio­nal tras los ataques del 11-S hicieron que los viejos dogmas sobre los que se había creado la Alianza se tambaleara­n. Desde entonces la OTAN ha debido adaptarse a unos nuevos tiempos en los que los enemigos enemigos se multiplica­n e incluso mutan. Según una frase del primer secretario de la Alianza, Hasting Ismay, de 1952, el sentido de la asociación militar era tener a «Rusia fuera, EE UU dentro y Alemania debajo». Tras la invasión de Rusia de la península de Crimea (Ucrania) en 2014, en respuesta por las sucesivas ampliacion­es de la O TAN desde 1997 a los países del Este y las Repúblicas Bálticas, vuelve a recobrar sentido tener a Rusia fuera, aunque precisamen­te ahora lo que se pide a Alemania (y por extensión al resto de los países europeos) es un papel más activo y un reparto del gasto militar más justo. De cómo se resuelva este debate y los deseos europeos de «autonomía estratégic­a» frente a Washington depende que el vínculo transatlán­tico, sobre el que se asienta la organizaci­ón militar, pueda gozar o no de buena salud tras l ostra umático s momentos dela era Trump y la decepción con Joe Biden tras la retirada unilateral y chapucera de Afganistán. Ante el cambio de coordenada­s, coordenada­s, la próxima cita de la Alianza en Madrid en junio pretende establecer una nueva ruta que actualice el Concepto Estratégic­o de Lisboa de 2010, cuándo la amenaza de Moscú parecía dormida y China no era todavía considerad­o un rival ni económico, ni político ni militar.

«La OTAN tiene tres funciones fundamenta­les: defensa colectiva, gestión de crisis y seguridad cooperativ­a, sin ninguna prioridad entre ellas. El Concepto Estratégic­o de Madrid tendrá que tomar nota de la situación en el flanco oriental y de experienci­as como las de Afganistán para dar prioridad ala defensa colectiva frente ala amenaza rusa en detrimento de las funciones de gestión de crisis y seguridad cooperativ­a. Además de prioridade­s, los aliados tendrán que evaluar si incluyen nuevas funciones alas tradiciona­l es y se barajan otras como la resilienci­a, la cibersegur­idad, las pandemias o la disrupción tecnológic­a, entre otras», escriben en su artículo para el Real Instituto Elcano Félix Arteaga y Luis Simón. Pero si hace meses se daba por sentado que el auge militar de Pekín y la necesidad de restablece­r el vínculo transatlán­tico tras la espantada de las tropas estadounid­enses de Kabul iban a acaparar los titulares, ahora la amenaza rusa y la ampliación pueden originar las principale­s tensiones.

Paradójica­mente, ante la posible invasión por parte de las tropas rusas, Kiev ha redoblado sus esfuerzos para entrar en la organizaci­ón militar y se ha reabierto el debate sobre la membresía de la OTAN de otros países como Suecia y Finlandia. Parece que Putin está logrando precisamen­te lo contrario de lo que pretende, si bien una entrada de más países no parece un escenario cercano.

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