La Razón (Cataluña)

El arma invencible de los Austrias

- José Luis Hernández Garvi José Luis Hernández Garvi es autor del libro «Glorias y miserias imperiales: Crónicas insólitas de la época de los austrias.» (EDAF)

ParaPara garantizar la cohesión de todos los dominios que componían la Monarquía Hispánica, encarnada en la dinastía de los Austrias, y defenderlo­s ante sus numerosos enemigos, se hizo necesario contar con unas fuerzas armadas de un tamaño, estructura, potencia de fuego y capacidad de despliegue como nunca antes se habían conocido en la historia bélica. Los Tercios fueron la contundent­e respuesta militar a estas necesidade­s estratégic­as al constituir una temible fuerza de combate que en el momento de su aparición y durante décadas posteriore­s no tuvo rival. Herederos de la tradición militar adquirida durante la Reconquist­a, Los Tercios impusieron su hegemonía sobre los campos campos de batalla europeos durante los siglos XVI y XVII. En todo ese tiempo protagoniz­aron batallas épicas y hazañas heroicas, escribiend­o algunas de las páginas más gloriosas, y también más oscuras, de la Historia de España.

Cada Tercio estaba compuesto por una docena de compañías de unos doscientos hombres cada una. Eso era en teoría, porque en la práctica apenas superaban el centenar de soldados, como ocurría en Flandes. Al frente de una compañía había un capitán, casi siempre un veterano con amplia experienci­a en combate. El maestre de campo era el oficial de mayor rango y ejercía su autoridad sobre los capitanes de las compañías que formaban el Tercio. Para desempeñar su labor el maestre de campo contaba con la ayuda de un sargento mayor responsabl­e de transmitir las órdenes que garantizar­an un eficaz despliegue.

La composició­n de cada Tercio podía variar, pero lo habitual es que tuvieran diez compañías de piqueros y dos de arcabucero­s en una combinació­n letalmente eficaz. La imagen más extendida de estas unidades las presentaba marchando en cuadros erizados de picas que se movían con gran precisión sobre el campo de batalla. Su capacidad de combate se basaba en el diestro manejo de las armas blancas, pero con el paso del tiempo la mayor precisión de las armas de fuego redujo su importanci­a.

Al contrario que otros ejércitos de la época, nutridos por levas forzosas o mercenario­s que se vendían al mejor postor, Los Tercios estaban compuestos por tropas profesiona­les originaria­s de las diferentes nacionalid­ades que componían el Imperio español y sus aliados. Bajo sus banderas tenían cabida una variopinta galería de personajes, desde segundones de familias nobles hasta fugitivos de la justicia, sin olvidar universita­rios que habían abandonado sus estudios en busca de aventuras o campesinos empobrecid­os. Los únicos requisitos que se exigían a los nuevos soldados eran no estar enfermos ni lisiados; los considerad­os ancianos o demasiado jóvenes tampoco eran admitidos. Sin embargo, los capitanes de las compañías encargados del reclutamie­nto hacían la vista gorda cuando andaban escasos de efectivos.

Forjados en una gesta bélica que no tuvo comparació­n en su época y dotados de una gran autonomía y movilidad táctica, Los Tercios sentaron las bases de los ejércitos modernos.

«Los Tercios estaban compuestos por tropas profesiona­les de diferentes nacionalid­ades»

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain