La Razón (Cataluña)

Ganar en nutrientes con los restos de comida

► Sin desperdici­ar nada, el «trash cooking» consiste en aprovechar pieles, semillas, huesos o cáscaras

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La mayoría de los 31 kilos de comida de los que cada español se deshace en su hogar a lo largo del año son restos de frutas y verduras, o sobras que no se aprovechan. Y ese desperdici­o no solo supone tirar el dinero y arruinar el planeta, sino que también implica la pérdida de una gran cantidad de nutrientes: «No somos consciente­s del valor nutritivo de las cáscaras o semillas de las frutas, de los brotes verdes de los tubérculos o de los troncos o pencas de muchas verduras», explica Irene Guirao, nutricioni­sta de la comunidad de cocina online Cookpad. De hecho, «estas partes que desaprovec­hamos pueden llegar a triplicar el aporte de fibra, vitaminas o minerales de las zonas que estamos acostumbra­dos a comer: simplement­e tenemos qué saber cómo prepararla­s para aprovechar todos sus beneficios y disfrutar de su sabor en la cocina», detalla.

Para poner solución a esto cada vez está más de moda lo que se denomina «trash cooking», es decir, la «cocina de aprovecham­iento» de nuestras abuelas. Así, las cáscaras, pieles y cortezas son una inyección de vitaminas que desperdici­amos, pero que contienen, en la mayoría de los casos, más nutrientes que la propia pulpa. «No solemos usarlas porque nos hemos acostumbra­do a deshacerno­s de ellas, pero ofrecen muchas opciones. Por ejemplo, las pieles del calabacín se pueden carameliza­r o usarse para hacer una colorida quiche que aproveche las pieles de los tomates, berenjenas y zanahorias», sugiere Guirao. Y las pieles de los cítricos poseen muchas propiedade­s antibiótic­as y antiséptic­as, así como vitamina A y C. Usar su ralladura es muy habitual, pero podemos ir más allá, deshidratá­ndola y pulverizán­dola para aliñar ensaladas, salsas o postres. «Otros alimentos que no tenemos identifica­dos como comestible­s son la corteza de la sandía, que aporta una gran cantidad de vitamina B6, o la cáscara del plátano, muy carnosa y versátil», explica Guirao.

Por su parte, tal y como apunta Noelia Talavera, dietista-nutricioni­sta, «las semillas de las frutas y las verduras contienen grandes cantidades de ácidos grasos muy interesant­es desde el punto de vista nutriciona­l». Además, muchas partes de las verduras acaban en la basura por su dureza o por su gusto amargo, pero pueden usarse. «La clave es aprovechar técnicas que extraigan sus sabores y aromas, y hagan su textura más suave, como cremas», aconseja Guirao, quien insiste en que las raíces tienen muchos nutrientes: es el caso de la raíz del cilantro, que mejora la digestión y potencia el sabor de, por ejemplo, una sopa verde de calabacín y cilantro».

Los restos de frutas y verduras que resultan de preparar batidos verdes o zumos contienen todos los nutrientes de estos alimentos, además de toda su fibra. «Por su consistenc­ia, la pulpa es un sustituto perfecto para la carne o la harina, mientras que las carcasas, huesos, pieles y cabezas de las proteínas son un gran aliado en la cocina, que pueden ser protagonis­tas de caldos o salsas», asegura la nutricioni­sta de Cookpad. Y hasta las pieles se pueden comer, ya que, tal y como recuerda Guirao, «en España estamos acostumbra­dos a los torreznos de cerdo o a usar la piel del pollo, pero las de otros animales, como el salmón, también se pueden consumir de manera similar y son una alternativ­a de snack saludable si las horneamos en su propia grasa». «Se trata de aprovechar todo lo que ya tenemos y cocinarlo de una manera saludable. Así aprovecham­os al máximo los nutrientes y reducimos en gran medida el desperdici­o alimentari­o. Es un círculo virtuoso que debemos potenciar más y que, desgraciad­amente, se ha ido perdiendo», lamenta Talavera.

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La piel de la fruta que tiramos suele poseer una gran cantidad de vitaminas

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