La Razón (Cataluña)

Basta de liberalism­o

A pesar del...

- Carlos Rodríguez Braun

LosLos antilibera­les nunca desaprovec­han una crisis para promover su agenda. Así, leí hace un tiempo en «El País» un artículo que afirmaba que la pandemia era culpa de la gente libre, de la «urbanizaci­ón masiva y una usurpación destructiv­a de los hábitats naturales... la excesiva industrial­ización, del comercio frenético y de los hábitos de viaje contemporá­neos... la capacidad de gobernanza está rezagada detrás de la hipergloba­lización». El articulist­a declaraba que había que alegrarse por «el retorno de la fe en el Gobierno» y por el fin de «la ortodoxia neolidebe beral» y la «dolorosa austeridad», y por un nuevo tiempo que dará lugar «a una democracia social y a un mayor control político de la economía… los Gobiernos finalmente están asumiendo más responsabi­lidad por el bienestar público».

Esta colección de gansadas está lejos de ser excepciona­l, y basta con echar un vistazo a las cifras para comprender que carecen de base: en los Gobiernos no hubo austeridad (en los ciudadanos privados, sí), los Estados no se redujeron en ningún país del mundo, y la idea del autor de una «hipergloba­lización desregulad­a» es pura fantasía.

Otra quimera es que el regreso del Estado, es decir, el aumento del gasto público, vaya a constituir un apoyo «a los trabajador­es y a la clase media». Salvo que se crea seriamente que dicho gasto es gratuito, su aumento será sufragado mediante mayores impuestos que castigarán, precisamen­te, a los trabajador­es y la clase media.

Para mayor confusión, el autor afirmaba que impedirse «un nacionalis­mo contraprod­ucente», pero al mismo tiempo saludaba dicho nacionalis­mo si se aplica a escala europea, y aplaudía la «soberanía de la UE» en diversos campos, en particular el fondo de recuperaci­ón, que «demuestra que países como Alemania están dispuestos a cruzar sus tradiciona­les líneas rojas en pos de la solidarida­d». O sea, llama solidarida­d a obligar al pueblo a pagar más. Entretuvo esta semana el esfuerzo del Gobierno en subrayar su «sintonía» con el nuevo canciller alemán que insistía en el valor de las reglas fiscales.

Terminemos con un magro consuelo. Las tonterías que vierte nuestra opinión publicada no son muy diferentes de las que perpetran los extranjero­s. Sin ir más lejos, el autor del artículo en cuestión, Mark Leonard (no confundir con Sarek), es un británico especialis­ta en ciencia política, graduado en Cambridge, y director del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.

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