La Razón (Cataluña)

Cicerón, Sánchez y deuda pública

- Jesús Rivasés

PedroPedro Sánchez defiende que las reglas europeas de deuda, déficit, etc, son «complejas y difíciles de cumplir». Lo dijo después de reunirse con el nuevo canciller alemán, el socialdemó­crata –de los de verdad– Olaf

Scholz, y horas antes de que se supiera que la deuda pública volvió a crecer en noviembre de 2021, hasta alcanzar los 1,42 billones de euros, con «b» de barbaridad. Es la segunda cifra más alta de la historia, después de los 1,43 billones de septiembre pasado. El inquilino de la Moncloa se queja de las normas de Bruselas porque son el único límite real a su poder. El que la deuda sea m mayor o menor no le importaría si no fuera una de las condicione­s para recibir más fondos comunitari­os y repartirlo­s a su antojo, siempre con objetivos electorale­s. Por otra parte, no hay mucha complejida­d en las reglas europeas, aunque es cierto que puede ser incómodo cumplirlas.

La monstruosi­dad de la deuda pública española –que algún día devendrá en catástrofe si no se corrige– no tiene ningún misterio. En los últimos 50 años, las cuentas públicas solo han arrojado números negros en tres ocasiones, de 2005 a 2007. En los otros 47 ejercicios hubo déficit. Desde 2008, al principio de la Gran Recesión, las administra­ciones públicas españolas han gastado un billón más de lo que han ingresado. Si a esa cantidad se añaden los más de 400.000 millones de deuda que había en 2008, salen los actuales 1,42 billones. Es una simple cuenta de la vieja al alcance de cualquiera, nada de grandes complejida­des, pero que, como el algodón, no engaña.

La deuda crecerá más en términos absolutos porque el objetivo del Gobierno español –y de otros como el italiano– es que Bruselas sea tolerante con los déficits, algo que, diga lo que diga Sánchez, su nuevo amigo Scholz no ve claro. Los defensores de la deuda esgrimen que el crecimient­o reduce el porcentaje sobre el PIB. Es cierto, pero también una forma de engañarse y engañar a la gente. Nada nuevo bajo el sol. Marco Tulio Cicerón, en el año 55 A.C., ya escribió que «el presupuest­o –de Roma– debe equilibrar­se, el tesoro debe ser reaprovisi­onado y la deuda pública debe ser disminuida». No está claro si entonces también era «complejo» como sostiene ahora Sánchez.

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