Todas las miradas de la saga Català
► Una gran exposición en el Museo de Historia de Cataluña reivindica a una de las familias más importantes de la fotografía
Francesc Català-Roca no es sólo un referente de la fotografía documental española, es también el miembro más destacado de una saga familiar que ha jugado un papel fundamental en la historia de esta disciplina, como muestra la exposición «Los Català, fotógrafos de un siglo».
La muestra, que se inauguró ayer en el Museo de Historia de Cataluña (MHC) y se podrá ver hasta el 25 de septiembre, reúne más de 180 imágenes, positivadas para la ocasión, que recorren cronológicamente la vida y obra del primer fotógrafo de la familia, Pere Català i Pic; sus dos hijos fotógrafos, Francesc Català-Roca y Pere Català i Roca, y su hija pintora y retocadora de fotografías, Maria Àurea Català.
El recorrido empieza con una fotografía de la calle de Valls (Tarragona) donde Pere Català i Pic abrió su primer estudio de fotografía, antes de trasladarse en 1931 a Barcelona.
A partir de ahí se suceden los trabajos de los tres fotógrafos, muchos de ellos retocados por Maria Àurea Català, ordenados por ejes temáticos que «invitan a encontrar los puntos en común entre los autores», según explicó el pasado martes el co-comisario de la muestra e hijo de Pere Català i Roca, Rafael Català. Así, por ejemplo, una magnífica fotografía de una hiladora con su hija hecha por Pere Català i Roca en Formentera está expuesta junto a una serie de imágenes tomadas por Francesc Català-Roca en las islas Baleares. También resulta interesante el contraste entre las fotografías de antiguos castillos que interesaban a Pere Català i Roca y las imágenes de arquitectura contemporánea de su famoso hermano.
El origen de la pasión por la fotografía de los tres hermanos es el padre, Pere Català i Pic, un hombre de origen humilde que consiguió su primera cámara fotográfica en un sorteo. El éxito de su primer estudio en Valls le permitió viajar por Europa, «donde se dio cuenta del camino que estaba tomando la fotografía e introdujo la modernidad fotográfica en Cataluña», señaló el otro comisario de la exposición, el también fotógrafo e hijo de Francesc Català-Roca, Andreu Català.
La carrera del patriarca se vio truncada por la guerra: su vinculación con el bando republicano, para el que diseñó un cartel icóniayudó co, le obligó a esconderse y a dejar el estudio en manos de sus hijos. La segunda generación cogió el testigo y su hijo Francesc CatalàRoca heredó la visión de futuro de su padre e introdujo la vanguardia en la fotografía documental, como se muestra en la exposición, que reúne algunos ejemplos del talento indiscutible del miembro más famoso de la saga, como «Gitanilla» o el tríptico dedicado a la bailaora La Chunga. También hay piezas inéditas, como «Señoritos de la Gran Vía», expuesta junto a «Señoritas de la Gran Vía».
Además, la exposición reúne algunos de los mejores trabajos de su hermano, Pere Català i Roca, y salva del olvido a un fotógrafo que a dignificar el patrimonio material e inmaterial catalán, con trabajos destacados sobre los «castellers» y La Patum de Berga.
La muestra no olvida la hermana de ambos, Maria Àurea Català, y reivindica a «todas las mujeres que en los inicios de la fotografía solían trabajar como retocadoras, una labor muy importante y poco reconocida», según Andreu Català.