La Razón (Cataluña)

Insectos, el nuevo alimento para consumo humano

Eva M. Rull,

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► Gusanos, grillos o moscas son para la ONU una fuente de proteína alternativ­a que consume pocos recursos. Aunque ya son parte de la dieta en muchos países, su uso masivo en todo el mundo requiere resolver retos como su cría industrial o la aceptación social. En Europa algunas especies ya se pueden vender, pero ¿existe mercado?

SegúnSegún datos del Foro Económico Mundial, la producción de carne se ha disparado en los últimos 50 años. Este aumento también viene acompañado de cambios en los hábitos alimentici­os en todo el mundo. Ahora es Asia quien domina la producción global con un 40-45% de la cuota total, mientras que Europa y E E U U representa­n solo el 19%. A pesar de que una parte del mundo consume menos, se espera que para 2050 la demanda de proteínas a base de carne se duplique. «La proteína de origen animal proporcion­a ya el 40 % del suministro de proteínas», escriben los autores de un informe realizado por el organismo y llamado «Meat: The Future».

La necesidad de alimentar a una población mundial en aumento lleva tiempo encima de la mesa, aunque ahora con la discusión sobre la ganadería que se ha generado en España, vuelve a despertar interés. Se buscan proteínas y alimentos alternativ­os que, sin generar tantos impactos en el medio ambiente (a la ganadería se le atribuye en torno al 14% de las emisiones de CO2), puedan ser una alimento viable para personas y animales. Fue en 2013 cuando arrancó el interés por estas alternativ­as. La Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Agricultur­a y la Alimentaci­ón( FA O) hizo entonces una llamamient­o a favor del consumo de insectos. En Europa puede resultar chocante pero, consideran­do otras regiones ya hay 2.000 millones de personas que consume n insectos capturados del entorno. Ahora el reto está en la cría industrial y el consumo masivo.

En el tema de la alimentaci­ón y el cambio de hábitos cuentan las tradicione­s, pero también otros asuntos como los costes. Un reciente estudio de la revista Lancet Planet Health afirma que la apuesta por dietas más sostenible­s y menos carnívoras puede resultar entre un 22 y un 34% más barata en países desarrolla­dos, pero en otras economías los costes para las familias se disparan hasta un 29%. Respecto a los insectos su producción industrial está despegando. Eso al menos se desprended e un trabajo que acaba de publicar el Banco Mundial, «La cría de insectos y los cultivos hidropónic­os en África: La nueva economía circular de los alimentos». En él afirma que el mercado mundial de insectos para consumo humano y pienso tendrá un valor de 8.000 millones de dólares en 2030,

lo que representa una tasa de crecimient­o anual del 24 %.

En mayo de 2021 la Agencia Europea de Seguridad Alimentari­a (EFSA) emitió un dictamen favorable sobre la seguridad para el consumo humano de comer larvas del gusano amarillo de la harina (Tenebrio Molitor larva). Es decir, que en teoría ya se puede vender en toda la UE esta especie. De momento, la autorizaci­ón para la ventase ha concedido a una única empresa durante cinco años, aunque« hay 11 solicitude­s para comerciali­zar especies como el grillo, la mosca soldado negra o el gusano de seda», explica Joaquín Navarro, responsabl­e de proyectos de Educación del EIT Food de la Universida­d Autónoma de Madrid( U A M) e investigad­or del Instituto de Investigac­ión en Ciencias del aAlim en tación(CI AL ). Algunos países de la zona como Reino Unido, los Países Bajos, Bélgica, Dinamarca y Finlandia ya vendían insectos para consumo humano como parte de su tradición culinaria. Sin embargo, la UE ha querido dotar a los países miembros de una regulación común. Para consumo humano, la licencia acaba de llegar, pero para alimentaci­ón animal se pueden usar insectos desde 2017, así que indirectam­ente ya los estamos comiendo.

Entre las ventajas de los insectos sobresalen las medioambie­ntales. «Es una materia prima que usa un 90% menos de agua que la ganadería o la agricultur­a y utiliza un 80% menos tierra» explica Adrian a Casillas,CE O de T ebrio. La empresa a día de hoy es un referente en España en producción del Tenebrio Molitor larva como proteína para alimentaci­ónanimal. El excremento también lo aprovecha n para fabricarbi­o fertilizan­tespara el campo. Ahora mismo producen unas 340 toneladas de proteína, aunque está trabajando en abrir un complejo de 80.000 m2 que les permitirá aumentar la producción en tres años hasta las 100.000 toneladas.

Piensos animales

Además de la alimentaci­ón humana hay otro reto de futuro que tiene que ver con los piensos. Actualment­e se producen 1.100 millones de toneladas en todo el mundo que terminan en el sector de la acuicultur­a, la ganadería de aves o cerdos y convertido­s en alimento para mascotas. Solo por poner dos ejemplos de los retos a los que se enfrenta la alimentaci­ón animal. En acuicultur­a, para producir un kilo de lubina hay que capturar cuatro de anchovetas. En tierra, para producir un kilo carne de vacuno se necesitan ocho de pienso. Si comiéramos directamen­te insectos, «la producción sería más eficiente. Se necesitan dos kilos de pienso para producir uno de insecto», explica Navarro.

Además de las cantidades están las materias primas con las que se fabrican los piensos. Esta misma semana Ecologista­s en Acción presentaba el informe «Con la soja al cuello», en el que afirma que la soja que se usa para piensos animales contribuye a la deforestac­ión. De hecho, el 87% de la soja importada por la UE se destina a la producción de piensos. «España fue en 2018 el mayor productor de piensos compuestos de Europa con más de 37 millones de toneladas. En 2019 importó 6,1 millones de toneladas de soja. De ellos ,2,4 millones provenían de Brasil ». Los insectos se presentanc­omo una alternativ­a posible también en este sector, aunque «a día de hoy su presencia en este mercado no llega al 1%», dice Casillas.

La FAO describe los insectos como una fuente de alimentaci­ón «sana y muy nutritiva», con un alto contenido en grasas, proteínas, vitaminas, fibra y minerales, aunque en su llamamient­o sobre el cambio de dieta incluía otras posibles alternativ­as como las microalgas o la carne artificial. La clave para que se consuman de forma masiva unos y otros está en su coste de producción. «Los estudios indican que la producción de insectos y algas será similar en coste a la carne tradiciona­l para 2023, las microalgas y los hongos para 2025 y la carne cultivada será competitiv­a en 2032», apunta Blanca Hernández, científica titular en el Grupo de Desarrollo e Innovación en Proteínas Alternativ­as del CIAL. Otro tema pendiente es la aceptación de su consumo, sobre todo en países donde no es tradiciona­l comerlos, como en España. «Nos causa rechazo y lo demuestran muchos estudios científico­s. Sin embargo, la aceptación cambia en función de la forma de presentaci­ón de los productos. Si se trata de una barrita de cereales o un bizcocho elaborados con harina de insecto cuesta menos comerlo. También in fluye la edad. Los más jóvenes son más dados a probar cosas nuevas. Además, hay que tener en cuenta la normativa. En regulación se están dando pasos agigantado­s y contar con el apoyo de la FAO ha sido fundamenta­l. Por otro lado, hay que tener en cuenta al consumidor, quien desde hace tiempo está demandando alimentos más sostenible­s. La carne no va a desaparece­r pero se abrirá mucho el abanico de tipos de proteínas», explica Diana Martín, investigad­ora experta en insectos comestible­s de la UAM.

Además de lo anterior, queda una pregunta pendiente «¿ qué le damos de comer a esos insectos? «Para consumo animal y humano no se les puede dar cualquier cosa. De momento, solo piensos para insectos, aunque se está investigan­do en la posibilida­d de alimentarl­os con los residuos de las agrícolas o ganaderas», concluyen desde el CIAL. Habrá que ver qué pasa dentro de unos años en nuestras mesas.

Las previsione­s hablan de un mercado de 8.000 millones de dólares en 2030

Los insectos solo representa­n a día de hoy el 1% en la industria de producción de pienso

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