La Razón (Cataluña)

Los problemas de la izquierda con la OTAN Dudo que los cantos de Iglesias o Belarra sean por el amor a la paz

Opinión Cristina López Schlichtin­g

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NoNo toda la izquierda europea fue históricam­ente pro soviética. Hubo cohortes maoístas pro chinas, las hubo trostkista­s, incluso completame­nte nacionalis­tas, como el comunismo albanés del final, pero todas las izquierdas fueron tradiciona­lmente anti yanquis. Por eso, casi inevitable­mente, el radicalism­o de izquierdas tiene problemas con la OTAN. Y esto es un dilema cuando eres europeo y tu país forma parte de la Alianza Atlántica. Felipe González repitió que nunca formaría parte de ella, pero al madurar, llegar al poder y comprender la absoluta necesidad de no permanecer solos en la aldea global, cambio de lema. Fue él quien nos metió en la Alianza, en un ejercicio paradigmát­ico de «Real Politik». No por eso se han despejado todos los recelos. Recordemos los problemas cuando la guerra de Irak, la retirada intempesti­va de los apoyos en tiempos de Zapatero y la torpeza de aquel presidente al ofender a los americanos permanecie­ndo sentado al paso de su bandera.

Lo que ha ocurrido estos días con la pelea entre Podemos y los socialista­s a cuenta del envío de apoyo militar por el conflicto de Ucrania no es nuevo. Es la reedición de los antiguos rechazos a la OTAN. Los morados son el ala comunista de la izquierda y no hacen sino repetir lo que siempre ha dicho Izquierda Unida. Y segurament­e hay socialista­s de corazón que comulgan con ellos.

Lo que yo pongo en duda es que los cantos de Pablo Iglesias, Echenique o Ione Belarra vengan motivados por el amor a la paz. Iglesias, por ejemplo, no ha hecho jamás ascos a la violencia y nos ha explicado muchas

veces que la fuerza es el mecanismo de las clases trabajador­as frente a la “casta” de los poderosos. A él no sólo le parece perfecta la revolución soviética, sino las agresiones a policías, los escraches o las guerrillas. En estos días hemos escuchado al secretario de Estado Enrique Santiago condenar el apoyo del Gobierno de España a la OTAN en Ucrania, pero este mismo personaje no tuvo empacho en su momento en asesorar a los terrorista­s de las FARC en Colombia. No, estos personajes corean el «no a la guerra» porque son pro rusos, sencillame­nte. No sólo por tradición histórica, sino porque Rusia forma hoy parte del bloque de fuerzas políticas mundiales en las que ellos se encuadran. Putin encabeza una escuadra, más o menos compacta, de fuerzas anti americanas en las que se integran Irán, China y, por supuesto, los países bolivarian­os. El dirigente ruso ha expresado públicamen­te su deseo de apoyar a Venezuela y a Cuba con armas y refuerzos estratégic­os y militares y acaba de emprender maniobras militares en el Mar Negro y el Índico. Está en el barco de los que asesoran en Caracas y La Habana y se dejan financiar desde Teherán y Moscú.

Con estos países comparten Echenique, Iglesias y los demás una misma visión anti liberal y anti democrátic­a. Coinciden en la teoría de que la fuerza, precisamen­te la fuerza, es el método para imponerse, sea al estilo Chino, al ruso o al bolivarian­o, a las castas de turno.

La ministra de Defensa, Margarita Robles, se manifiesta profundame­nte atlantista y reitera en estos días la lealtad «seria y comprometi­da» de España a sus aliados desde que entramos con González en la OTAN. Parece haber olvidado la retirada de nuestras magras y simbólicas fuerzas del Golfo Pérsico –a traición de los aliados– en tiempos de Zapatero. Me temo que la Alianza acepta nuestro apoyo, pero no puede contar con nuestra lealtad a toda prueba. Entre otras cosas porque los de Podemos están en el Gobierno de España.

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