La Razón (Cataluña)

Aboubakar y la escoba de la suerte

► El delantero camerunés es la gran sensación de la Copa de África tras marcar cinco goles e igualar un récord de Eto’o

- Óscar García.

El camerunés Vincent Aboubakar, de 30 años, ha sido la gran sensación de la primera fase de la Copa de África, donde mostró una voracidad goleadora que no se veía desde hace años en el torneo. Sus cinco tantos en tres encuentros le sitúan al nivel de Samuel Eto’o, el único que había sido capaz de marcar en tres choques seguidos con los Leones Indomables. Aboubakar, además, se ha convertido en el primer futbolista de su país que anota en los tres partidos de la fase de grupos. Ahora tiene el reto de marcar más de esos cinco goles, algo que nadie ha conseguido en el siglo XXI.

Los últimos en superar esa cifra fueron el egipcio Hossam Hassan y el sudafrican­o Benni McCarthy en 1998, cuando firmaron siete tantos. El récord lo tiene el zaireño Ndaye Mulamba, con nueve en 1974. Para lograrlo, el camerunés cuenta con el apoyo de un amuleto muy especial, una escoba que le regaló Roger Milla, leyenda del fútbol africano. Se trata de un cazamoscas con forma de escoba, que en la tradición camerunesa es un símbolo de la victoria de los sabios del clan Afanloum en la División Mefou y Afanba en la región central del país, según desveló la periodista Juliet Bawuah. Milla se la entregó antes de que comenzase la Copa de África 2021 y, con ella, Aboubakar ha barrido a sus rivales.

Delantero del Al-Nassr de Arabia Saudí, donde gana seis millones de euros anuales, Aboubakar ha construido su carrera desde el esfuerzo, el sacrificio y una confianza ilimitada en sí mismo. Cuando se marca un objetivo, no se rinde hasta alcanzarlo. Bajo su corpachón se esconde un hombre tímido, que no tiene muchos amigos en el fútbol y alcanza el equilibrio personal a través de la escritura. «Escribo desde hace años sobre el mundo que me rodea. Me fascinan la especie humana, el cosmos, los átomos o la existencia. Me gusta la reflexión, la comprensió­n, comprensió­n, porque me permite tener un buen equilibrio en mi vida. Creo que escribir trae poder», confesó Aboubakar a «France Football».

Crecido en Garua, al norte de Camerún, en un barrio pobre donde la vida era muy complicada, Aboubakar encontró en el fútbol un trampolín para escapar de la pobreza. Formado en el Coton Sport, no tardó en atraer a los clubes europeos. Pasó una prueba con el Valladolid, pero el Coton le pidió que aguantara hasta que llegara su momento. Y le llegó en 2010, cuando con 18 años fue el único jugador de la liga local convocado por Camerún para el Mundial de Sudáfrica. Dio el salto al Valencienn­es francés y allí sufrió problemas de adaptación a la vida y al profesiona­lismo. «No siempre era puntual, así que para castigarlo fui a buscarlo a las 7:30 para un entrenamie­nto fijado a las 10:00. La sanción funcionó, porque prefirió llegar a tiempo antes que levantarse dos horas antes», recordó su entrenador, Philippe Montanier, ex de la Real Sociedad. Descubrió la nieve, el frío y la soledad y sufrió por su timidez, como desveló su compañero Gaël Danic: «Después de seis meses descubrí que hablaba francés. Pensábamos que era el idioma lo que le impedía comunicars­e, pero no, en realidad era su timidez».

Explotó en el Lorient, se ganó el respeto del fútbol europeo en el Oporto, disfrutó en el Besiktas y ahora es un héroe en su país. En octavos de la CAF se cruzará con Comoras, el pequeño país insular que es la gran sorpresa junto a la también debutante Gambia. En esa ronda ya no estará Argelia, vigente campeona y gran decepción del torneo.

Roger Milla le regaló este amuleto, que en la tradición camerunesa es un símbolo de victoria

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AP Vincent Aboubakar saluda a la grada después de un partido de la Copa de África

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