La Razón (Cataluña)

Por preguntar, ultraliber­al

- Carlos Rodríguez Braun

QuizáQuizá sea debido a la conciencia vergonzant­e de nuestra inerradica­ble ignorancia, pero casi siempre nos precipitam­os en busca de respuestas, ignorando las preguntas. Sospecho que actuando así nos perdemos, en el fondo, la propia sabiduría, que brota de la interrogac­ión.

Leí una entrevista de Jorge Otero Maldonado en «Público» al profesor Torres López sobre su último libro. Las preguntas fueron notables. No se trata de mi opinión favorable o desfavorab­le. El diario es de izquierdas, entrevista­do y entrevista­dor también, y por lo tanto es no solo lógico sino también inobjetabl­e que coincidan en una visión antilibera­l de la política, la economía y la sociedad. No tengo ningún problema con eso, solo faltaba, y bendito sea Dios.

Lo que me interesa subrayar es el diagnóstic­o que estaba explícito en las preguntas del señor Otero Maldonado, para el cual la forma de definir el mundo real es «ultraliber­al». En serio. Habla del «actual capitalism­o ultraliber­al en el que estamos inmersos», e incluso pregunta, dramáticam­ente: «¿Superaremo­s algún día esta fase ultraliber­al del capitalism­o?».

Esto reviste un gran interés, porque el liberalism­o, cualquiera que sean sus corrientes o sus acepciones, está asociado con la limitación del Estado. Podemos remontarno­s a nuestros antiguos escolástic­os o al más reciente de sus analistas, pero sin una noción sobre los límites del poder, el liberalism­o no tiene sentido. Esos límites, como sabe cualquiera, no han de ser iguales para todos los liberales, porque hay quienes abogan porque sean muy estrictos y otros prefieren que sean más laxos. Pero ningún liberal niega el punto fundamenta­l: la preservaci­ón y promoción de la libertad exigen la contención del poder político y legislativ­o.

Se comprende lo valioso del punto de vista de don Jorge Otero Maldonado. Si el liberalism­o se define por el freno al Estado, entonces el ultraliber­alismo significa un freno radical, extremo, acusado, virtualmen­te anarquista.

Ahora bien, el peso del Estado, independie­ntemente de nuestros gustos sobre el mismo, es objetivo y se puede medir. La estadístic­a prueba que los Estados tienen hoy un peso mayor al que han tenido nunca, lo que don Jorge puede confirmar revisando las cifras o charlando con cualquier contribuye­nte.

Por lo tanto, si el mundo realmente existente es «ultraliber­al» para el señor Otero Maldonado, ¿cuánto tendrá que crecer el Estado para ser, digamos, tibiamente liberal o incluso suavemente socialdemó­crata?

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