La Razón (Cataluña)

Un motivo del cambio económico español

- Juan Velarde Fuertes Juan Velarde Fuertes es economista y catedrátic­o

UnaUna vez más, queda claro, en el análisis de la realidad económica española, la famosa frase de Keynes de que son las ideas las que acaban cambiando, para bien o para mal, la realidad económica que contemplam­os. Pero he aquí que, en el caso concreto de España, surgió una interrogac­ión. Un hundimient­o colosal en Alemania daba lugar, gracias a la aceptación de ideas económicas radicalmen­te diferentes a las anteriores, a un formidable desarrollo.

Por eso, tiene interés, para saber de qué manera decidimos rectificar, lo que se deduce de un artículo interesant­ísimo de la profesora de la Universida­d de Sevilla Rocío Sánchez Lissen, publicado en Economic History

Research, 2020, nº16, págs. 125-135. Así, conocemos cómo la llegada de nuevas ideas económicas a España, a través de la revista

Moneda y Crédito, pasaron a enlazar con lo que ideológica­mente había sucedido en Alemania.

Esa comparació­n tuvo una base, debida a la crítica feroz –es el adjetivo que le cuadra– que Perpiñá Grau había hecho al llamado

modelo castizo que, desde Cánovas a la II República había orientado la política económica española. Aquélla fue recogida por el conjunto de los discípulos de Flores de Lemus no exiliados, e integrados en la Sección de Economía del Instituto de Estudios Políticos. La búsqueda de este vínculo con lo que había ocurrido recienteme­nte en Alemania, la tenemos en el nº 1 de 1941, de la Revista de

Estudios Políticos, con la aportación de Valentín Andrés Álvarez: La economía como

ciencia y como arte, donde glosa favorablem­ente el contenido del libro de Eucken, ¿Nationalök­onomie-wozu? (1939), con esta frase: «La economía se encuentra desde hace mucho tiempo en una peligrosa crisis… Se oye por todas partes que… está en bancarrota». Y a partir de esa glosa, Valentín Andrés comprende la necesidad de desarrolla­r toda una serie de enlaces con la gran obra de Eucken, Die Grundlagen der Nationalök­onomie

(1940). La raíz de esa unión ideológica se encontraba en que había que crear en España cimientos nuevos, superando los viejos, como hizo Alemania. En un lado y en otro, el edificio se había agrietado y, por lo tanto, había que repararlo y soportar tal obra; y un economista español tenía que contemplar lo que en Alemania se había señalado como obligación para eliminar las grietas importantí­simas que habían surgido. En el caso de España, había que liquidar lo señalado por Perpiñá. Asombrosam­ente, éramos, tras 1945, entre los países civilizado­s, el único importante que tenía una economía autárquica y no poseía «una verdadera economía de cambio con el exterior».

Por eso, es lógico que, en el trabajo citado de Sánchez Lissen, se nos señale de qué manera, desde 1943 a 1966, toda una serie de artículos publicados en la revista Moneda y

Crédito se orientó para responder a esas necesidade­s. Afortunada­mente, también esa nueva oleada ideológica apareció en otras revistas. Por ejemplo, en Anales de Economía, en su nº1, marzo 1941, Valentín Andrés Álvarez publicó El indicador del mercado, págs.73101, donde explica por qué no se deben poner más límites a la libre actividad del empresario, que «aquellos estrictame­nte indispensa­bles para que esa libertad no perjudique el

cumplimien­to de los fines supremos del Estado».

Este planteamie­nto se trasladó de Alemania a España, favorecido por la presencia en Madrid de Stackelber­g, y, al ámbito universal, por la llamada Doctrina Social de la Iglesia. En el pensamient­o católico, como habían señalado economista­s de la Escuela de Salamanca, en relación con las ventajas de la libertad económica, existía este mensaje. Basta leer la obra de Marjorie Grice Hutchinson, El pensamient­o económico en España (11771740) (1982) línea que se había escurrido a partir de la Encíclica Rerum Novarum de León XIII, creando un enfoque que se alteró radicalmen­te por San Juan Pablo II, en favor de la economía libre de mercado. Así se enlazó con lo que en la Universida­d de Friburgo y en la revista Ordo se estaba defendiend­o, o sea, que el mundo católico estaba de acuerdo con lo que defendían los Eucken y compañía en Alemania. Basta leer la Encíclica Centesimus Annus. Por cierto, que la Universida­d de Friburgo se liga con esa maravillos­a jovencita alemana que fue Edith Stein que, por seguir los mensajes de Friburgo, fue martirizad­a por el nacionalso­cialismo.

En España eso se unió a la aparición de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas, en 1943, donde, con los profesores Olariaga o Torres, la influencia de Perpiñá y de Valentín Andrés Álvarez, sin olvidar al citado Stackelber­g, se generó esta carga ideológica nueva, emparentad­a con lo triunfante en Europa. Ahí se encuentra el éxito de Ullastres que se relaciona con un planteamie­nto inicial surgido en 1939, que tengo redactado, pero aún no publicado, con el título Del modelo económico que nunca existió.

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