Tipos de interés, sin prisa, pero sin pausa
El Banco Central Europeo (BCE) anunció el pasado mes de diciembre que, a partir del próximo marzo, levantaría el pie del acelerador de su programa de compra de bonos. Si bien continuará sosteniendo el castillo de deuda en que se ha convertido la economía de la UE, lo hará con menos brío que hasta ahora. Con ello, demuestra que da por finiquitada la peor etapa de la COVID, aunque no por concluida la pandemia, cuyas nuevas variantes continúan preocupando.
Aunque, de momento, Christine Lagarde parece no tener prisas por subir la tasas, actualmente en el 0% –los expertos esperan que la primera subida se produzca en 2023–, lo cierto es que la progresiva retirada de estímulos comienza ya a adelantar que el precio precio del dinero subirá, lo que se dejará sentir más pronto que tarde en la economía real. Y es que una menor inyección de dinero por parte de los bancos centrales, lleva, inevitablemente, a limitar las oferta monetaria y, por lo tanto, a encarecer su precio.
También preocupa la inflación, y los efectos que esta pueda causar en las decisiones de los bancos centrales, que pueden optar por subir tipos de una forma más apresurada de lo inicialmente previsto. En Estados Unidos, la Reserva Federal ya ha anunciado que se está planteando realizar, al menos, tres subidas de las tasas, actualmente situadas en el 0,25%, a lo largo de 2022, con el objetivo de enfriar la inflación, que también se ha disparado en el país norteamericano. El que ya ha movido ficha ha sido el Banco de Inglaterra, que ha subido los tipos de su mínimo del 0,1% al 0,25%.