La Razón (Cataluña)

La viuda Bitcoin Jennifer: «Lo he dicho miles de veces, no sé nada. Estoy harta de defenderme por algo que no hice»

Jennifer Robertson cuenta en su libro cómo fue víctima de su difunto marido por una «criptoesta­fa». Todo se descubrió tres años después de su fallecimie­nto

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EsEs el título de un libro. Su libro. «La Viuda Bitcoin: amor, traición y losmillone­sperdidos», una autobiogra­fía escrita por Jennifer Robertson con la que pretende aclarar que su difunto marido también la engañó a ella. Y es que resulta que Gerald Cotten es el responsabl­e de la mayor estafa de criptomone­das de Canadá. Con tan solo 30 años, Gerald era el fundador y director ejecutivo de QuadrigaCX, una empresa de intercambi­o de activos digitales que en poco tiempo se posicionó entre las primeras de su categoría. Pero tres años después de su muerte, la Comisión de Valores de Ontario ha desvelado que realmente se trataba de un esquema Ponzi con el que llegó a robar unos 250 millones de dólares a sus clientes, transfirié­ndose el dinero a sus cuentas personales. «Lo he dicho un millón de veces, no sé nada. Estoy cansada de defenderme por algo que no hice», ha declarado públicamen­te la viuda, que siempre ha mantenido desconocer el funcionami­ento de la empresa de su marido.

Un desconocim­iento que, sin embargo, no la impidió utilizar el dinero del que entonces era todavía su novio para montar su propia compañía inmobiliar­ia, con la que llegó a gestionar hasta una docena de propiedade­s. Pero, según las autoridade­s canadiense­s, pudiera ser que Jennifer estuviera utilizando su empresa para canalizar fondos de QuadrigaCX, algo que ella siempre ha negado. Después de la muerte de Gerald y ante las investigac­iones, accedió a renunciar a 12 millones de dólares en activos, entre los que se incluyen vehículos y bienes inmobiliar­ios, aunque le han permitido quedarse con 90.000 dólares en efectivo, 20.000 en planes de jubilación, un coche y algunas joyas, como su anillo de boda.

Jennifer y Gerald se conocieron en 2014. Ese año, el valor de las criptomone­das cayó en picado, lo que provocó que los clientes de QuadrigaCX corrieran a retirar su dinero, no siempre con éxito. Fue la misma época en la que uno de los principale­s bancos de Canadá (CIBC) congeló 26 millones de dólares de la compañía por «actividad sospechosa» Los beneficios de QuadrigaCX empezaban a menguar. Cuatro años después, en plena vorágine del mercado de las criptomone­das, la pareja decidió casarse. Pero resulta que tan solo unos días antes, Gerald preparó su testamento, dejándole todo a la que pronto iba a ser su esposa (excepto 100.000 dólares que reservó para que cuidasen de sus dos perros). En las páginas del libro que ha publicado, Jennifer cuenta que días antes del viaje Gerald le dijo que la compañía se acabaría sin él; que ni siquiera su director de operacione­s conocía las conexiones bancarias necesarias para operar el negocio. Ya recién casados y disfrutand­o de su luna de miel, Gerald murió de repente en India a causa de una complicaci­ón en el aparato digestivo. Y, efectivame­nte, se llevó a la tumba los códigos de acceso que podrían desbloquea­r ciertas operacione­s. Las memorias de Jennifer solo han abierto más interrogan­tes.

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Gerald Cotten, con 30 años, era el fundador de una empresas de intercambi­o de activos

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