«Ya no soy político, puedo decir la verdad»
NoNo querrá usted decirnos, señor Iglesias, que toda su facundia, sus aseveraciones, su dogmatismo y sus «alertas antifascistas» eran simples patrañas, amparadas por su condición política. Porque, de verdad, entre lo que decía antes y lo que dice ahora es difícil hallar alguna diferencia. El único cambio visible, créame, es el corte de pelo, pero su discurso, mejor dicho, su dialéctica tiene un no sé qué de ya sabido. Porque me reconocerá usted que venir a estas alturas de la película a explicar que detrás de todos los conflictos subyacen intereses económicos no parece una gran novedad, además de que no es cierto. Ha habido, hay y habrá sobre la tierra mucho insensato dispuesto a matar y dejarse matar por cuestiones que nada tienen que ver con los intereses de las grandes oligarquías o de las plutocracias. Ahí tiene usted, sin ir más lejos, la Revolución rusa o la gran gesta popular cubana. Ahí están, resistiendo en contra de la malvada economía de libre mercado, mercado, líderes del pueblo como Nicolás Maduro y Daniel Ortega. No digo yo que los chinos, que siempre han sido unos desviacionistas, que me lo explicaron bien clarito en la facultad, no anden expandiéndose en busca de mayores mercados, mientras al viejo Xi se le da una higa el bienestar político de los africanos, pero dudar de Putin, pretender que actúa por intereses espurios en Ucrania, es ir demasiado lejos. Aunque ya no sea usted político y, por lo tanto, ya no tenga que soltarnos trolas a los sufridos contribuyentes. Pobre Putin y que ignominia la suya.
de contratación de proyectos y obras superior a los 4.100 millones de euros a través de su división de ingeniería e infraestructuras, el doble que en 2020, el año de inicio de la pandemia.