La Razón (Cataluña)

Guerras y mercados

- Juan Ramón Rallo

LosLos tambores de guerra en Ucrania asustan a los inversores y provocan cambios importante­s en el precio de los activos. Aquellos que ofrezcan una mayor seguridad en momentos de incertidum­bre tienden a revaloriza­rse y, en cambio, aquellos otros cuyos flujos de caja estén más expuestos a los vaivenes del mercado tienden a depreciars­e. Una guerra, dependiend­o de su escala, puede generar dos tipos de efectos: por un lado, cambios en las ofertas y en las demandas de algunos bienes (por ejemplo, restricció­n de la oferta de gas ruso, con el consiguien­te encarecimi­ento de precios, y recomposic­ión de la demanda agregada hacia industrias de tipo armamentís­tico); por otro, quebrantos que ni siquiera somos capaces de prever («unknown unknowns», en la jerga política). En ambos casos, y ante la duda, mejor refugiarse en valores estables y seguros huyendo de todo lo potencialm­ente volátil. De ahí que la deuda pública de gobiernos solventes y el oro se estén apreciando estos días y, por otro lado, se estén depreciand­o las acciones y las criptomone­das (dentro de esta última categoría cabría salvar a Bitcoin, que ayer tuvo un comportami­ento más que decente, demostrand­o que se trata de un activo monetario diferencia­l frente a otras criptomone­das). Entre medio, las materias primas, algunas de las cuales podrían verse positivame­nte afectadas (petróleo y gas) y otras que previsible­mente saldrán perjudicad­as. Sea como fuere, la jornada de ayer en los mercados también demostró que, en ocasiones, «cuanto peor, mejor». En algunos momentos del día, el pánico vendedor por la perspectiv­a de guerra fue tan grande que los inversores se dieron cuenta de que, con semejante sangría financiera, la Reserva Federal por necesidad tendrá que rebajar su tono de subidas de tipos en la reunión de esta semana. Y esa mayor laxitud monetaria es algo que sin duda agrada a los inversores. De ahí que, tras los mínimos iniciales, las bolsas estadounid­enses rebotaran de manera apreciable confiando en la llegada del flotador de la Reserva Federal. En realidad, esos inversores deberían plantearse que todo ello puede conjugar un riesgo mucho mayor a medio plazo: el de una inflación descontrol­ada que requiera de subidas de tipos mucho más agresivas en el futuro.

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