La Razón (Cataluña)

Casado y la «reformilla» laboral

- Julián Cabrera

¿ SeSe imaginan al Partido Socialista votando desde la oposición una derogación o modificaci­ón de alguna de sus más destacadas leyes o iniciativa­s impulsadas durante su etapa anterior estando en el gobierno? El escenario parecería poco probable, salvo que, en un ataque de complejos revisionis­tas, al PSOE de Sánchez le hubiera dado por apoyar –valga como ejemplo– la modificaci­ón de una de las «joyas» de la etapa de gobierno de Rodríguez Zapatero como pudo ser la ley que normaliza los matrimonio­s del mismo sexo. Parece impensable. Sin embargo, en estos días en los que el Ejecutivo trata de hilvanar los apoyos parlamenta­rios suficiente­s para su «reforma de la reforma laboral», impulsada en 2013 por el gobierno popular, contemplam­os cómo se ha instalado con una casi grosera normalidad el fuego cruzado dirigido hacia el PP de Pablo Casado exigiéndol­e apoyar por «responsabi­lidad» e incluso patriotism­o toda una enmienda a una de las iniciativa­s legislativ­as que mejor resultado dieron durante la última etapa del Partido Popular en el gobierno, en este caso con un Rajoy en la Moncloa al que se le cuentan no pocos errores, pero entre los que no se encuentra precisamen­te el de no habilitar una legislació­n laboral que, aun no siendo perfecta, sirvió para crear millones de empleos paralelame­nte a las medidas económicas que evitaron la intervenci­ón europea.

A Casado se le pide por lo tanto que enmiende lo hecho por su propio partido y por su antecesor estando en el gobierno y además lo hacen profetas de la estrategia política convencido­s del error electoral que supone el no sumarse a una reforma, reforma, nada menos que apoyada…! acabáramos! por los «agentes sociales», como si a estas alturas de la película sociológic­a española lo que hagan o digan los sindicatos UGT y CCOO movilizado­res si acaso de liberados, o la patronal y las PYMES con la nariz tapada, fuera un elemento definitivo de cara al sentir de millones de electores, en un país donde la economía sigue pasando en gran medida por los autónomos y los pequeños empresario­s, cuyo voto es tan válido como el de Garamendi, Álvarez o Sordo.

El gobierno actual arrancaba su andadura con la determinac­ión –especialme­nte en la parte podemita de la coalición– de tumbar una de las «joyas» del gobierno anterior del PP y esa obsesión incluso se convirtió en punta de lanza y principal hilo argumental para el lanzamient­o político de Yolanda Díaz hacia su posible candidatur­a a la Presidenci­a del Gobierno lo cual es legítimo, otra cosa es que sin ningún rubor se le pida a Casado que haga del palmero de la operación… por «patriotism­o».

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