Primeros resultados
LaLa semana pasada Rusia y sus aliados retiraron sus fuerzas militares de Kazajistán donde la revuelta y el caos provocados por unas protestas económicas inicialmente pacíficas dejaron más de 225 muertos y causó un importante daño económico estimado en cientos de millones de dólares. Los acontecimientos no produjeron otra «revolución de colores», y la situación vuelve a la normalidad, por lo que es necesario analizarla a fondo.
Las protestas no deben considerarse como una especie de guerra civil: la nación permaneció unida durante los disturbios tanto en su rechazo a la corrupción y la mala gestión como en su apoyo a la independencia y la soberanía del país. Comenzó como una protesta pacífica contra el aumento excesivo de los precios de la energía, se convirtió rápidamente en un intento de tomar el poder por parte de mercenarios profesionales, incluidos algunos del extranjero. La invitación de las tropas rusas bajo la égida de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva se produjo durante el momento más crítico de los disturbios, y las fuerzas se retiraron rápidamente ya que Kazajistán nunca se convertiría en un protectorado de Rusia, ya que su pueblo valora el derecho de su país al autogobierno y la independencia. Los esfuerzos de construcción de la nación kazaja, iniciados por el primer presidente del país, resultaron ser muy exitosos y produjeron una base sólida para el futuro desarrollo nacional.
Los disturbios fueron el primer encuentro del espacio postsoviético con las consecuencias que la modernización suele acarrear a las naciones que optan por una vía «asiática» de desarrollo. Si uno se fija en la experiencia de Asia Oriental, se descubrirá que las modernizaciones de Corea del Sur, Taiwán, Indonesia y, por supuesto, China, empezaron con un régimen autoritario.
Kazajistán nunca se convertirá en un protectorado de Rusia