René Robert, el «asesinato por la indiferencia» de un fotógrafo
AnteAnte su cámara posaron algunos de los nombres más importantes del flamenco de todos los tiempos. Él supo como nadie esperar el momento para poder capturar para la eternidad ese instante en el que las voces de Camarón de la Isla, Carmen Linares, Aurora Vargas o Enrique Morente rompían el silencio, o cuando los dedos de Tomatito y Paco de Lucía sacaban todo el duende posible a sus guitarras, o el instante en que vibraba el escenario con el baile de Eva Yerbabuena. El franco suizo René Robert siempre ha sido considerado como uno de los grandes retratistas del mundo flamenco. El maestro, que el pasado año dejó todo su legado formado por miles de imágenes a la Biblioteca Nacional de Francia, falleció esta semana a los 84 años tras pasar nueve horas tendido en el suelo sin que nadie lo atendiera. Así lo denunció a través de sus redes sociales el periodista Michel Mompontet, amigo del fallecido.
Los hechos tuvieron lugar el 19 de enero en una calle de París. Robert salió a dar un paseo tras cenar en la calle Turbigo, ubicada en pleno centro, alrededor de las 21 horas, según narra «RT». Durante este camino, se desplomó inconsciente en la acera, y permaneció allí hasta las 6:30 de la mañana, cuando un indigente llamó a una ambulancia para socorrerle. No obstante, presentaba un estado extremadamente grave, con heridas en la cabeza e hipotermia severa, por lo que fue trasladado a urgencias, pero no sobrevivió. Mompontet calificó los hechos como un «asesinato por la indiferencia», algo que subraya la propia Cruz Roja al recordar que solamente en Francia mueren unas 600 personas por circunstancias parecidas a consecuencia de caídas en el suelo.
Nacido en Friburgo (Suiza) en 1936, con doce años y de la mano de un amigo empezó a adentrarse en el mundo de la fotografía, que lo acabó seduciendo. Hizo un aprendizaje de tres con un fotógrafo en Lausana antes de trabajar para una agencia de Prensa en Ginebra. A mediados de los 60, se trasladó a París, donde conoció a una bailaora sueca que había llegado hasta la capital para empezar a estudiar flamenco. Ella fue la puerta de entrada del mundo que se convirtió en el objetivo de su cámara. A partir de 1967 se convirtió en un asiduo de certámenes dedicados al flamenco, especialmente en tierras francesas. De esta manera logró crear uno de los archivos más importantes en este género gracias a su máxima: «Espero el momento». Todo ello se tradujo en varias exposiciones, y en libros como «Flamenco» (1993), «La râge et la grace» (2001) y «Flamenco attitudes» (2003). Admirador incondicional de Paco de Lucía, reconoció que lo que más le gustaba de los artistas que capturaba era «la vitalidad, el nervio y la franqueza de las expresiones». Eso es lo que queda en el sincero blanco y negro de las miles de fotos que René Robert ha dejado como testimonio de un arte único.