Honor calderoniano... y verdad histórica
«LA GRAN CENOBIA» ★★★★★ Autor: Calderón de la Barca (versión de Luis Sorolla). Director: David Boceta. Intérpretes: Isabel Rodes, José Juan Rodríguez, Mikel Arostegui, Alejandro Pau, Cristina Arias... Teatro de la Comedia, Madrid. Hasta el 6 de marzo.
A mediados del siglo III, las luchas internas están debilitando Roma. Cenobia, que ha accedido al trono de la región de Palmira en Oriente Próximo tras la muerte de su esposo, aprovecha el desgobierno para sublevarse contra el yugo romano y crear su propio imperio. Encadenando victorias en el campo de batalla, el nuevo reino empieza pronto a extender sus dominios por el mapa, llegando incluso a Egipto. Ciego de ira, ambición y celos, el emperador Aureliano no cejará hasta derrotar a Cenobia y anexionar de nuevo los territorios perdidos. Este es el argumento, basado en hechos reales, del cual se sirve Calderón para hablar, como pocos han sabido hacerlo, sobre el honor y la honra, sobre los designios y el azar, sobre la mudanza de la fortuna y el inescrutable destino. Y a estos temas se suman otros dos nuevos que Luis Sorolla ha incorporado en su versión: la fragilidad del concepto de «verdad» y la dificultad de algunas voces, aquellas que han sido vapuleadas por el poder, para hacerse oír bajo el peso de la historia. Los añadidos del dramaturgo son interesantes y, además, no desvirtúan sustancialmente el sentido de la obra original; sin embargo, ocupan en la versión un excesivo protagonismo, y eso resta vigor a algunos de los conflictos que Calderón había expresado de forma maestra. Para dar cabida a esos nuevos interrogantes que plantea la propuesta, y también para contextualizar toda la acción, Sorolla ha incorporado una eficaz voz narrativa –estupenda la actriz Irene Serrano– que el director David Boceta sabe utilizar con mucha destreza ensamblándola con las escenas más «teatrales» y combinándola, además, en un contemporáneo y vistoso juego escénico, con la música. Para ello, Boceta ha contado con la inestimable ayuda de Antonio de Cos, que se ocupa de la composición y el diseño del espacio sonoro. En cuanto al trabajo actoral, el montaje presenta la particularidad de que todos sus intérpretes, y también su director, han pasado por la cantera de la CNTC, aunque pertenecen a distintas promociones. En este sentido, se nota a quiénes les falta todavía un poco de recorrido profesional para decir el verso con la intención y la claridad debidas, y a quiénes su incipiente veteranía –amén de su talento– les capacita ya para lucirse en ese hermoso manejo poético de conceptos que propone el autor en no pocas escenas. Entre estos últimos, cabe destacar a Isabel Rodes y a José Juan Rodríguez.
Lo mejor
►La propuesta demuestra que el teatro clásico goza de buena salud entre los jóvenes
Lo peor
►La escenografía limita mucho el movimiento en otros momentos más dramáticos