La Razón (Cataluña)

Cataluña contada a Reagan: «Pujol es razonable, menos con el catalán»

► Documentos desclasifi­cados exponen cómo fueron las negociacio­nes de la Moncloa de Suárez con el líder convergent­e

- Víctor Fernández.

ElEl 13 de febrero de 1981 quedaban diez días exactos para que España viviera una intentona golpista y hacía unos pocos que el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, había anunciado que dimitía de su cargo. En Cataluña, Jordi Pujol era el responsabl­e de la Generalita­t desde el 28 de abril de 1980 con un perfil bastante diferente del que había presentado Josep Tarradella­s, su antecesor en el cargo. Al otro lado del charco, en Estados Unidos, también se vivían cambios con la llegada de un nuevo inclino a la Casa Blanca: el republican­o Ronald Reagan. Es en este ambiente cuando tiene lugar una curiosa reunión en el Consulado de Estados Unidos en Barcelona y con un tema único sobre la mesa: Cataluña.

Entre los documentos desclasifi­cados de la estadounid­ense Secretaría de Estado ha aparecido un extenso informe en el que se recoge los contenidos de la reunión que se mantuvo en esa sede diplomátic­a con Josep Melià, quien era por aquel entonces el hombre de Suárez en Barcelona. De esta manera podemos conocer ahora qué supo en febrero de 1981 Estados Unidos sobre el primer tramo de la presidenci­a de Pujol en tiempos de Reagan.

En el informe, calificado como «CONFIDENTI­AL», podemos leer en su inicio que «el sr. Melià empezó diciendo que no había problemas políticos significat­ivos que preocupan las relaciones entre Madrid y Cataluña, relaciones que él calificó como “muy buenas”. Alabó al presidente Pujol por su “prudencia” y aseguró que fueron abiertos canales de comunicaci­ón entre la capital y la región». También tenemos algunos detalles interesant­es sobre en qué punto se encontraba­n las negociacio­nes entre Moncloa y Generalita­t, algo que le interesaba a la nueva administra­ción de Ronald Reagan. Melià apuntó que las conversaci­ones se estaban caracteriz­ando por «la franqueza, el respeto mutuo y una voluntad por ambas partes para compromete­rse».

Josep Melià estaba en las filas de UCD, el partido de Suárez que lo había incorporad­o a su equipo más cercano. Buena prueba de ello fueron los diferentes cargos que tuvo con el presidente en los primeros tiempos de la transición: director general de Relaciones Informativ­as (1979), secretario de Estado para la Informació­n (1980) y portavoz del Gobierno con derecho a asistir a las reuniones del consejo de ministros. En el momento de la reunión en el consulado estadounid­ense en Barcelona, Melià era el delegado del Gobierno en Cataluña.

Sigamos con el informe. En él se detallan algunos de los escollos con los que Moncloa se estaba topando en su diálogo, especialme­nte la situación de la cajas de ahorro, pero ese tema, en febrero de 1981, ya había sido «resuelto satisfacto­riamente». En aquel momento se estaba hablando sobre las cuatro diputacion­es que, según Melià, «será próximamen­te arreglado amistosame­nte».

El principal obstáculo en el diálogo con Pujol era la lengua. El documento de la Secretaría de Estado resume lo que el hombre de Suárez había contado al cónsul de Estados Unidos. «Madrid estaba profundame­nte preocupado por la manera en que la Generalita­t estaba tratando la cuestión del idioma. Melià pensaba que el control sobre la radio y la televisión no era intrínseca­mente un problema y que Cataluña puede tener tantas radios y television­es en lengua catalana como quiera mientras Madrid pueda seguir manteniend­o programas en español en las dos television­es nacionales, canales y en la radio nacional». En este sentido, el delegado del Gobierno añadía que lo que más preocupaba al equipo de Adolfo Suárez era que la presencia de «nacionalis­tas extremista­s en la Generalita­t de Cataluña y el Parlament». Todo esto coincidía con el debate que en esos momentos tenía lugar en el Parlament sobre la ley de política lingüístic­a que, siempre según los documentos desclasifi­cados, era calificado por Madrid como «de naturaleza “fascista”, señalando la mayoría de culpa de su contenido en el consejero de cultura Max Cahner (a quien etiquetó con cierta vehemencia como un “fascista”)».

¿Cuál era el posicionam­iento de Jordi Pujol en todo este asunto? Según el informe, Melià aclaró que el presidente de la Generalita­t era «generalmen­te un político flexible, pero cuando se trata del uso del catalán tiene una mente cerrada». Hasta Madrid, como se recoge en estos papeles, habían llegado varias quejas de «portavoces de los gobiernos regionales no catalanes por la política de uso exclusivo del catalán. Esta política estaba afectado de manera negativa a profesores y estudiante­s así como a “multinacio­nales” y empresario­s españoles que no comprenden la lengua catalana. Melià afirmó que Madrid había fracasado en conseguir que la región aceptara la disposició­n del Estatuto que establece que hay dos idiomas oficiales en Cataluña, es decir, español y catalán. Como resultado de este fallo, todas las leyes, decretos oficiales, anuncios y boletines se publican únicamente en catalán». Todo eso con «la irritación y a veces el consentimi­ento de los que no están familiariz­ados con este idioma».

Otro punto interesant­e sobre la situación de Cataluña en 1981, según lo que Melià dijo a los estadounid­enses, es que «no había discernido sentimient­o independen­tista entre los catalanes, ciertament­e no entre el liderazgo político de la región».

El cónsul de Estados Unidos se reunió en febrero de 1981 con Josep Melià, un hombre de Suárez

En el documento se califica como «fascista» al conseller de Cultura Max Cahner

 ?? EFE ?? Una imagen de Jordi Pujol durante la celebració­n de una de sus victorias electorale­s
EFE Una imagen de Jordi Pujol durante la celebració­n de una de sus victorias electorale­s

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