Costa vuelve a ganar en Portugal
►Roza la mayoría absoluta. El primer ministro socialista logra una clara victoria y sus socios, incluidos los comunistas, se pegan un batacazo. Fuerte subida del partido ultraconservador Chega
AAntónioAAntónio Costa no solo salva el partido, sino que acaricia la mayoría absoluta. Con tres tercios de los votos escrutados, el socialista se impuso este domingo como ganador incontestable de las elecciones legislativas en Portugal, rondando el 43% de los votos, a escasa distancia de la mayoría absoluta, que de confirmarse una vez se contabilicen todos los votos se convertiría en la primera que consigue desde que se convirtió en primer ministro a finales de 2015. Con una horquilla horquilla de entre 110 y 118 escaños, que se concretarán en próximas horas cuando acaben de contarse los votos nacionales y los emitidos por los portugueses residentes en el extranjero, los sondeos a pie de urna tras el cierre de todos los colegios electorales, a las 20,00 de Lisboa, indican que si no logra los 116 escaños que dan esa mayoría absoluta que ansiaba, y que era el único resultado que suponía una victoria para Costa tras tener que convocar estas elecciones de forma anticipada al perder el apoyo de sus socios parlamentarios de izquierda, el marxista Bloco de Esquerda y el Partido Comunista, quedará extremadamente cerca.
Así que vence, y lo hace además con una cómoda ventaja sobre el segundo más votado, el PSD, de centroderecha, que le había adelantado en los sondeos de los últimos días pero que ha acabado por cosechar alrededor del 30% de los votos, lo que proyecta entre unos 85 escaños. El «sorpasso» que se pronosticaba, en realidad, acaba por darse en la tercera posición, que tradicionalmente era de la izquierda que apoyaba a Costa y que ahora pasa a ser ocupada por formaciones de derecha y extrema derecha recientemente creadas. La plaza es disputada por el ultraderechista Chega, que pasa de tener un 1% de votos y un diputado en 2019, cuando se estrenó, a hasta el 8% de sufragios, lo que le daría hasta un máximo de 14 diputados e Iniciativa Liberal, con hasta 7,7% de los votos y unos 15. Tendrá que contarse hasta el último voto para saber quién se queda al frente.
La otra izquierda cae
Así las cosas, los socios de izquierda que al retirar el apoyo a Costa provocaron la convocatoria de elecciones anticipadas sufren la mayor hecatombe. El Bloco de Esquerda se queda con un máximo de 10 diputados, nueve menos que los actuales, y los comunistas reducen sus actuales 12 escaños y no superarían, en las mejores previsiones, los 8 diputados.
Son resultados que han acabado por sorprender a todos los partidos, tras días de sondeos que pronosticaban que estaba cerca el fin de Costa y que la mayoría absoluta era poco menos que un unicornio. Las primeras explicaciones a este desfase están en la alta participación, que ha sido la más elevada de los últimos años, pese a que el 10% de la población está aislada por covid y que la abstención es tradicionalmente un problema en el país. Todo parece
haberse solventado, con una abstención inferior al 45% (fue del 51% en el 2019), también quizá por las medidas para que los confinados pudieran depositar su voto, y que consistían en la recomendación de ir a votar durante la última hora en que estaban abiertas las urnas.
Formar gobierno
Los detalles tardarán en cerrarse pero por ahora el horizonte se despeja hacia la formación de un gobierno de izquierdas en Portugal liderado por Costa, que llegaba con enorme expectación al hotel de Lisboa en el que ha seguido los resultados y entre los gritos de una pequeña manifestación de antivacunas que se realizaba a pocos metros de distancia. Aseguraba desear «que esta noche electoral sea esclarecedora sobre la voluntad del país para los próximos cuatro años» y destacaba la movilización. «Los ciudadanos han entendido que no son unas elecciones más, que son esenciales para el país», comentaba.
«Parece claro que el PS ganó las elecciones, la responsabilidad de formar gobierno pertenece al Partido Socialista», comentaba en televisión mientras seguía el conteo el actual ministro de Exteriores, Augusto Santos Silva, que pedía prudencia para ver «la dimensión de la victoria» y no excluía la posibilidad de cerrar pactos para asegurar la estabilidad de un futuro gobierno, precisamente la parte esencial para evitar que haya nuevas caídas de gabinete y que se pueda redactar unos Presupuestos para este 2022 y sobre todo, acometer la gran obsesión nacional: ejecutar los fondos europeos para dejar atrás la pesadilla covid. No existen plazos legales para que el Gobierno que surja de estas elecciones tome posesión. La Constitución establece que el primer ministro es nombrado por el presidente, que deberá primero escuchar a los partidos representados en el Parlamento «y teniendo en cuenta los resultados electorales», una frase que la experiencia reciente del país ha demostrado ser muy laxa.
En cualquier caso, el proceder pasado del actual presidente de la República, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa, será el mismo que en 2019, cuando igualmente había prisa por formar Gobierno; entonces mantuvo cerca de diez reuniones en dos días, una urgencia que justificó en la necesidad de que el país estuviese preparado ante la inminencia del Brexit, de indudables consecuencias económicas para la economía lusa.
Ahora, con los fondos europeos llamando a la puerta, contar con un Ejecutivo es aún más imperativo y ya piensa en convocar encuentros martes y miércoles. Ejecutarlos será el mayor reto del Gobierno, sobre todo en un país profundamente centralizado y en el que solo existen dos regiones autónomas: los archipiélagos de Madeira y Azores. Es este escenario, vital para el país, lo que hace pensar que Rebelo de Sousa ejercerá toda su influencia para que todo se cierre a la mayor brevedad posible.
Una vez designado el socialista António Costa por el jefe de Estado –y a espera de que se concreten o no pactos– , el primer ministro debe presentar su programa ante el Parlamento portugués, donde no es obligatorio que lo someta a votación. La oposición tiene la prerrogativa de presentar mociones de rechazo al programa, que en caso de ser aprobadas implica la caída del Gobierno. Si nada de esto se produce, tras la presentación ante la cámara el Ejecutivo entra en plenas funciones.
En lo que va de siglo, los Gobiernos portugueses han tardado una media de 35 días en tomar posesión tras unas elecciones generales. Si se repitiera la rapidez de los comicios del año 2019, el nuevo gabinete liderado por Costa asumiría el poder nuevamente la última semana de febrero abriendo así una nueva etapa.