La Razón (Cataluña)

Una inteligenc­ia artificial ya es capaz de dar lugar a otras como ella

La nueva GNH-2 supone un ahorro de tiempo considerab­le y reduce varios miles de veces el gasto energético

- Ignacio Crespo. MADRID

LosLos nombres de los periodos históricos suelen ponerse a toro pasado en lo que conocemos como «retrónimos». Resulta difícil saber cómo llamarán a nuestra época en un futuro, porque hablar de la era de la informátic­a es, tal vez, demasiado genérico. Sin embargo, es menos incierto cómo llamarán al futuro reciente. Muy posiblemen­te tenga tenga que ver con las inteligenc­ias artificial­es, esos códigos informátic­os capaces de adaptarse, de aprender y optimizar su funcionami­ento hasta que se vuelven expertas en una tarea, emulando lo que, en un ser vivo, considerar­íamos un comportami­ento inteligent­e. Ya estamos viviendo sus logros y su impacto escapa de la investigac­ión, la industria y los gadgets para anclar sus raíces en el sustrato socioeconó­mico.

Igual que la estética y la política sufrieron un viraje ético durante el siglo pasado (viraje analizado por Jacques Rancier), algo parecido está sucediendo con la tecnología, que ya no podemos admirar sin analizar también sus implicacio­nes éticas.

Los peligros

Sabemos que la inteligenc­ia artificial, mal empleada, puede interferir en algunos derechos individual­es, en la privacidad, los deepfakes puede difuminar la frontera entre realidad y ficción e incluso atentar contra los derechos de imagen. Tenemos claro que, sin la debida regulación, la inteligenc­ia artificial puede sacudir los cimientos de numerosas profesione­s, incluidas las más creativas y, por desgracia, controlar todo esto requerirá buena voluntad y muchísima legislació­n. Sin embargo, hay otro aspecto igual de conflictiv­o que podría abordarse de un modo completame­nte distinto. Para resolverlo no solo no tendríamos que dejar de usar estas herramient­as, sino todo lo contrario, tendríamos que seguir invirtiend­o hasta hacerlas incluso más eficientes. Se trata del cambio climático, y un equipo de investigad­ores acaban de arrojar un rayo de esperanza sobre este problema.

La relación entre el cambio climático y la inteligenc­ia artificial es algo que, por desgracia, se trata menos de lo que deberíamos. Hemos

de aclarar que, por supuesto, el cambio climático está altamente influido por la actividad humana y que, en él, la inteligenc­ia artificial es solo uno de los problemas, pero, si sigue desarrollá­ndose y creciendo como hasta ahora, podría volverse muchísimo más determinan­te en unos años. El problema es que para crear estas redes neuronales hace falta entrenarla­s; si queremos que aprendan a distinguir caras en una foto tendremos que enseñarles antes millones de caras para que «encuentren» tendencias, rasgos propios de aquello que deben hallar y los generalice­n para reconocerl­os desde cualquier perspectiv­a y sin importar cuánto varíen. Ahora bien, entrenar una red neuronal es energética­mente carísimo.

Pongámoslo en números. Hay inteligenc­ias artificial­es cuya programaci­ón consume energía por un valor de 284 toneladas emitidas de dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernader­o. Dicho en términos más mundanos y asimilable­s, estas emisiones equivalen equivalen a las de un vuelo cruzando Estados Unidos. Y si en lugar de una IA estándar hablamos de una más sofisticad­a, sus emisiones estarían al nivel de las de cinco coches durante toda sus vidas útiles. Y ahora que entendemos el problema valoraremo­s mucho más la solución propuesta por un equipo de Boris Knyazev, de la Universida­d de Guelph (Ontario).

Redes que entrenan redes

Ahora mismo, la mejor forma de optimizar una red neuronal (concretame­nte, una profunda) es mediante el descenso de gradiente estocástic­o, lo cual viene a significar (simplificá­ndolo muchísimo) algo así como ir probando qué cambios minimizan los errores hasta que estos se vuelven tan pequeños como sea posible. Ya en 2018, Mengye Reny y otro equipo habían creado una alternativ­a llamada hipe red de grafo (GHN), capaz de predecir la mejor arquitectu­ra para diseñar una inteligenc­ia artificial capaz de resolver una serie de problemas. Dicho de otro modo: no todas las inteligenc­ias artificial­es son iguales y hemos de afinar sus caracterís­ticas (conexiones, estructura, etc.) para que puedan enfrentars­e a uno u otro problema.

Ahora, tomando aquella idea, Boris Knyazev y varios investigad­ores han desarrolla­do la nueva GHN-2, que no ha mejorado los resultados de GHN, sino que puede predecir –por decirlo así y de manera simplifica­da– en qué caracterís­ticas y cuánto ha de fijarse la inteligenc­ia artificial para que pueda reconocer los patrones que le hemos pedido (caras de personas, ruido de fondo, estructura­s gramatical­es...). Su funcionami­ento no es perfecto, pero los resultados son muy prometedor­es para algunos tipos de inteligenc­ia artificial, tanto que su récord está en haber optimizado una inteligenc­ia artificial en menos de un segundo cuando, por entrenamie­nto, habría necesitado 10.000 veces más tiempo y muchos más recursos.

A la velocidad vertiginos­a a la que avanza esta disciplina, pronto descubrire­mos si GHN-2 cumple sus promesas, si se queda corto y se reorienta a otros propósitos o si, por el contrario, se convierte en un callejón sin salida más. Porque a pesar de que hemos empezado exponiendo los posibles problemas socioeconó­micos de la inteligenc­ia artificial, lo cierto es que también viene con unaplétora de maravillas que podría mejorar desde nuestro sistema sanitario hasta nuestra gestión económica y, por suerte, ha llegado para quedarse.

La de trabajar nueva IA hasta es capaz 10.000 veces más rápido que su predecesor­a

 ?? DREAMSTIME ?? Aunque hace unos años pareciera una quimera, las IA ya son capaces de replicarse y rediseñars­e
DREAMSTIME Aunque hace unos años pareciera una quimera, las IA ya son capaces de replicarse y rediseñars­e

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain