Nadal, un gigante haciendo Historia
► Remontada. Rafa ganó en Australia su 21 Grand Slam con una lección de fe y tenis ante un rival mastodóntico
Con una remontada imposible, Nadal dejó atrás los 20 Grandes de Federer y Djokovic e hizo Historia ante Medvedev, un rival mayúsculo. Rafa sumó su 21 Grand Slam siendo fiel más que nunca a sí mismo. Se encontró con un muro, con dos sets en contra, con 3-2 y 0-40 en el tercer set... y fue capaz de desmontar al ruso, cuando «lo normal era haber perdido en tres sets», según reconoció, después de casi cinco horas y media de combate. El 2-6, 6-7 (5/7), 6-4, 6-4 y 7-5 habla de una final dramática que es el colofón a una etapa vital del balear en la que ha sufrido como nunca. El torneo y la gira australiana han sido simplemente extraordinarios por lo sucedido y por lo experimentado apenas dos meses antes. Nadal no tenía claro si iba a poder seguir jugando al tenis y ha arrancado 2022 mostrándose como el competidor extraordinario extraordinario que siempre ha sido. Los dos títulos –Melbourne y el Open de Australia– no reflejan del todo su resurrección. Nadal ha vuelto a ser feliz con una raqueta, se ha vuelto a sentir tenista y ha disfrutado compitiendo al límite.
Y lo ha hecho ante un rival que ya está a la altura de los mejores. A Medvedev se le puede plantear un plan de partido que en teoría te conviene y resulta que no le haces cosquillas... Nadal cambió las intenciones de su derecha. Se trataba de abrir ángulos a cambio de menos profundidad. ¿El objetivo? Mover al ruso para que no se anclara en el fondo y empezara a repartir palos. No hubo manera de alterarle. Tampoco con su servicio. Rafa intentó que al menos se lo trabajase, que no fuera el pimpam-pum habitual. Por ahí tampoco sufrió rasguños. Medvedev no ofrecía ninguna grieta, empezó como un cohete y a Nadal no le quedó otra que ponerse el traje de superviviente. Cambios de ritmo, cambios de altura, variedad de golpes... todo para alcanzar el tie break en el segundo set y morir en la orilla porque el ruso es un estoico con una raqueta en la mano.
La estocada del segundo set fue a más en el arranque del tercero.
Miradas al palco con gesto de «este tío lo devuelve todo» y el drama que se multiplicó en el quinto juego. Con 3-2 en contra, Rafa se encontró con tres bolas de break y una soga al cuello. Ahí comenzó lo que Nadal ha definido como «la mayor remontada de mi vida. Si lo juntamos todo, el sitio, el momento... ha sido increíble». «Fue un momento crítico, pero el deporte es impredecible. Lo normal era perder en tres sets en ese momento, pero no paré de repetirme en todo el partido que ya había perdido muchas veces aquí, que tuve mis oportunidades y quería seguir creyendo. Es lo que hice. No paré de luchar para conseguirlo», reveló el balear. Cuando Rafa se asomó a la final, Medvedev, tan hermético, dio pistas de que algo estaba dejando de funcionar. El ruso se preocupó más de las reacciones del público que de lo que se le estaba viniendo encima. Porque Rafa estaba vivo y más viniendo de donde venía. Dos sets que hubieran sepultado a cualquiera alimentaron su capacidad competitiva y la firmeza del ruso empezó a agrietarse. Cada saque de Nadal era una agonía que terminaba con un final feliz y entre su tenis y la fe prolongó el desenlace hasta el quinto set. Llevado el duelo al límite, Medvedev es casi tan fuerte mentalmente como el español. Casi... Se reseteó en los vestuarios y reemprendió la pelea hasta ser capaz de lograr un break cuando Rafa servía para ganar el partido en el décimo juego. Fue la última muestra de la capacidad de rearme que tiene Nadal en situaciones angustiosas. Se olvidó de la ruptura y se la devolvió de inmediato al ruso. Nada de super tie break, había que resolverlo antes. A la segunda oportunidad con su saque, una de sus mejores armas en el torneo, selló su victoria más épica. El vigésimo primer Grand Slam no se escapó. Rafa es único: 21 Grandes. Federer y Djokovic, por ahora, se han quedado en 20.
Los 21 Grandes superando a Djokovic y Federer llevan al español a otra dimensión La forma en que resolvió la final y viniendo de donde venía convierten lo de Australia en mito