Integridad
DentroDentro de diez días, los castellanoleoneses deciden su futuro y, como palentina residente en Madrid, veo con desasosiego el desarrollo de la campaña, la afloración de líderes y partidos a los que les importa una mierda Castilla y los castellanos. Políticos que saben del mundo rural lo mismo que sé yo de Marte. Se ha puesto de moda hablar de la España vaciada y les ves colgando fotos visitando pueblos en compañía de lugareños, como si fueras al zoo y te hicieras una fotografía con el mono de turno.
Con esa foto que suben a las redes sociales se creen que ya son expertos en despoblación y, como se han fotografiado con Antonio, el del bar del pueblo, o con Jacinto, el hijo de Fidel, que tiene una explotación de ovejas, pues ya está todo resuelto. Y no se dan cuenta del ridículo que hacen, apareciendo con los lugareños, disfrazados de turistas, que es lo que son, y vestidos con ropa cuyo precio equivale a 1.000 litros de leche.
En su desconocimiento o aprovechamiento del momento, te hacen promesas de un hospital en cada pueblo, aunque este municipio tenga una población de 50 vecinos, y de un colegio al menos. ¡Qué menos!
Menos mal que los castellanos, recios, honestos y desconfiados, como muy bien los describía Delibes, distinguen el trigo de la paja porque, si no, me veo en Castilla y León una réplica del Gobierno de la Nación, que curiosamente es quien más está desincentivando el mundo rural con la reforma laboral y el precio de los carburantes.
Hoy en día la integridad está infravalorada, se puede despreciar Europa y pedir más ayudas a Europa, se puede defender el campo al mismo tiempo que se le estrangula hasta la extenuación. Decía Eisenhower que la cualidad suprema del liderazgo es la integridad. Votemos integridad.
Menos mal que los castellanos distinguen el trigo de la paja