El disputado voto del Sr. Casero
El trípode
ElEl espectáculo vivido ayer en el Congreso exige una auto crítica de los principales actores del psicodrama final y también sobre las causas y consecuencias de lo sucedido. Comencemos por la víctima y protagonista, la reforma laboral. Nada de lo ocurrido hubiese pasado si el Gobierno, con Sánchez y Díaz a la cabeza, no hubiera querido convertir en un trofeo político de las izquierdas –combatiendo además entre ellas –, lo que desde el primer momento debería haberse tratado como un «acuerdo de Estado». Así tendría que haber sido, dada su directa relación con la recepción de los necesarios Fondos Europeospara la Recuperación Económica tras la pandemia, y siendo una exigencia de la Comisión que la reforma fuera pactada con los agentes sociales.
Tras lo vivido, pensemos ahora en la imagen de España ante la Europa de los países frugales –sin cuyo apoyo no hay Fondos–, lo que nos lleva una vez más a reflexionar acerca del responsable principal –aunque no único– del desastre. A mayor poder, mayor responsabilidad, y esa es de quien duerme plácidamente en La Moncloa. No se puede vivir instalado en la contradicción sistémica de querer conseguir la cuadratura del circulo de hacer «políticas de Estado» apoyado en quienes tienen como objetivo la destrucción misma de ese Estado. La combinación de radicales populistas y comunistas con secesionistas in solidarios, es un cóctel político explosivo incompatible con estas latitudes ge o políticas de la U E. Sentada esta premisa básica, las consecuencias y responsables vienen en cascada. La oposición ha tenido una oportunidad de hacer efectivo un acuerdo ni querido ni buscado por Sánchez: Un modelo de referencia para ese frustrado acuerdo son los Pactos de La Moncloa en su ámbito económico, ya que los niveles de inflación, déficit y deuda son incompatibles con una economía que comparte moneda con los frugales. El ejemplo de Portugal muestra la diferencia entre un auténtico líder socialdemócrata ySánc hez, cuya ideología consiste en el disfrute del poder al precio que sea. Gran parte de la sociedad española ya tiene la convicción de que su palabra carece de valor, lo que hace muy difícil llegar a acuerdos sólidos con él.
El estrambote final, con un singular diputado equivocándose en una votación de esa trascendencia, es la guinda del pastel. La relevancia constitucional del caso lo llevará ante el TC, que deberá pronunciar se acerca de ese voto emitido en las circunstanciasconocidas, con Bat et ejerciendo de socialista. La repetición sin más de toda la votación obviamente no arreglaría nada. Lamentable la crisis inducida en UPN, cuyos diputados no están sometidos a mandato alguno. Aunque eso chirríe en nuestra partitocracia. Un desastre total.