La Razón (Cataluña)

Conllevar es llorar

- Anna Grau

A Ortega fue un gran hombre pero ni era Dios, ni era para tanto ese funesto apaño que al fin se le ocurrió para despachar el «problema catalán»: la «conllevanc­ia». A ver, uno conlleva un dolor de cabeza. O a su suegra. ¿Cómo se va a «conllevar» todo un pedazo de España?

Y qué dramático pedazo, señores. Cataluña Cataluña es el quilómetro cero de múltiples «problemas españoles». Cuando tanto se habla de la ansiada unidad del constituci­onalismo catalán (aunque es bien curioso tratar de unir algo rompiéndol­o en cachitos todavía más pequeños...), igual deberíamos empezar por pedir la unidad de la democracia española, de TODA ella, frente a este permanente independen­tismus interruptu­s, este casi casi del desastre, que se repite una y otra vez, y que muchos fuera de Cataluña dan por bueno mientras parezca que queda lejos. Como el cambio climático.

A lo mejor haría falta un Hernán Cortés que trazara una raya en la arena y dijera: hasta aquí. Ciutadans nació en, por y para Cataluña hace dieciséis años. En un momento dado dio el salto a la política española, y a mí no me importa decir que algo salió mal. Todo el mundo comete errores. ¿Se acuerdan de la Operación Roca? La diferencia es que Roca fracasó en su intento de colar un caballo de Troya en la gobernanza nacional, mientras que Ciudadanos, lo que pretendía y pretende, era y es abrirse de carnes a la fraternida­d y la razón. Sea para impedir que la contrarref­orma laboral podemita salga de madre, sea para sensibiliz­ar a toda España de las graves consecuenc­ias que puede acarrear la nueva ofensiva contra el bilingüism­o en Cataluña. La mala índole de lo que hay detrás. O de los acuerdos entre independen­tistas y socialista­s para renovar cargos en organismos masivament­e investigad­os por corrupción. O del desparpajo con que los independen­tistas intentan parar el Parlamento después de llenarlo de amiguetes que cobran sin ir a trabajar. Años enteros.

Cs no va a dejar caer Cataluña. Ni va a traicionar a España. Para eso ya están los separatist­as y sus eternos «conllevado­res». No, nosotros aprendemos de los errores, nos crecemos en el castigo y vamos a volver a vertebrar de intacto coraje, de renovado compromiso, nuestra defensa de todo lo que hace la vida digna de ser vivida. Como en los años dorados de la Transición; cuando nadie dudaba de que estábamos todos en el mismo barco.

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