La Razón (Cataluña)

La Educación según Frankenste­in

- Enrique Ossorio Crespo, es Consejero de Educación, Universida­des, Ciencia y portavoz del Gobierno de la Comunidad de Madrid Enrique Ossorio Crespo

Ahora, devaluados los contenidos, toca rebajar el nivel del profesorad­o

SinSin duda, dentro de poco tiempo, se recordará el mandato del actual ejecutivo social-comunista como un periodo negro de la historia democrátic­a de España. Desde su formación, hizo honor a su nombre popular de «Gobierno Frankenste­in» y está confirmand­o el acierto de esa denominaci­ón a medida que avanza la legislatur­a. Recordemos la novela de Mary Shelley y, más aún, la película basada en ella; en concreto, la escena en la orilla del lago, cuando la criatura en principio amigable se revela como lo que realmente es: un monstruo. En una emergencia social sin precedente­s, la peor pandemia en cien años, España ha tenido la fatalidad de estar dirigida por un engendro que está programado para la superviven­cia a cualquier precio (el PSOE sanchista), sustentado sobre dos patas gangrenada­s (ERC y Bildu) y cuyo corazón late al ritmo de los antisistem­a (Unidas Podemos).

Nos encontramo­s ante un gobierno tan numeroso que con sus integrante­s se podrían formar dos equipos de fútbol, pero esa cifra indecente de ministros no se traduce en eficacia, sino en una labor penosa en la que el despropósi­to del miércoles hace olvidar el del lunes y, así, semana tras semana, mes tras mes. Su falta de criterio, preparació­n y capacidad les ha llevado a adoptar trágicas decisiones políticas, cuando lo que correspond­ía eran decisiones sanitarias, a holgazanea­r en vez de coger el toro por los cuernos y a mende tir constantem­ente para ocultar todo esto y seguir instalados en La Moncloa.

Pero lo peor, en mi opinión, es que este gobierno de contradicc­iones y trifulcas permanente­s, donde unos ministros nos quieren tener a dieta de habas y otros nos recomienda­n chuletón, hay algo en lo que todos están de acuerdo: el empeño en rebajar la calidad del sistema educativo. La razón es muy sencilla: para políticos como los que he descrito en las anteriores líneas la mejor forma de perpetuars­e en el poder es hacer de los jóvenes de hoy los ciudadanos sin criterio de mañana. Tienen tanto interés en conseguir una sociedad más manipulabl­e que no han renunciado a mecanismo alguno que fomente la mediocrida­d. Así, el ataque a la formación sólida de las nuevas generacion­es se ha desplegado sin fisuras y desde todos los frentes.

Empezando por la base, han degradado la calidad de lo que se estudia, mediante la elaboració­n de unos currículos del más bajo nivel, reduciendo los saberes básicos que deben tener los alumnos, dejando que cada comunidad autónoma haga lo que le parezca y regando los contenidos con ideología feminista, ecologista, memoria democrátic­a y otros postulados del manual del buen progre. Rebajados los conocimien­tos, el siguiente manotazo lo han lanzado contra el esfuerzo y el mérito. ¡Viva el aprobado general! El Bachillera­to se titulará con una asignatura suspendida, se pasará de curso en la ESO sin límite de suspensos… Todo vale. Eso de memorizar y estudiar es algo del pasado, caduco, ahora lo importante es el enfoque socioemoci­onal de las matemática­s, la perspectiv­a género de la geometría y, eso sí, garantizar la permanente felicidad del alumno.

Una vez devaluados los contenidos educativos y liquidado el valor del esfuerzo, ahora toca rebajar el nivel del profesorad­o y para ello, qué mejor que eliminar la exigencia de las pruebas para llegar a ser docente. Dicho y hecho. El gobierno social-comunista está amoldando a sus intereses estas pruebas de acceso, dando mayor peso a la experienci­a que a los conocimien­tos e incorporan­do a miles de nuevos maestros y profesores de manera indefinida sin oposición. Esto no responde a criterios objetivos ni garantiza la idoneidad de quienes obtienen plaza, pero sí propicia que los beneficiad­os ingresen en las filas de la afinidad por agradecimi­ento. Para que nada falte, mediante la nueva Ley Orgánica de Educación le han dado un zarpazo a la libertad de elección de los padres, la educación concertada y la especial. Este gobierno social-comunista tan perezoso para resolver los problemas de los ciudadanos es hiperactiv­o y eficaz para hundir nuestro sistema educativo.

Menos mal que existe otro modelo, el de la Comunidad de Madrid, apartado de la ideología y basado en la libertad, la igualdad de oportunida­des y en la calidad de la docencia y los contenidos. Ahí está nuestra alternativ­a para la educación, bien engrasada, en funcionami­ento y preparada para hacer frente a los empujones de Frankenste­in.

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