La Razón (Cataluña)

Dos disparos al aire para «cazar» al Rambo gallego

► Un guardia civil fuera de servicio detuvo el jueves al mítico delincuent­e fugado de prisión hace un año. Condenado por un homicidio, llevaba este tiempo sobrevivie­ndo en el monte

- Laura L. Álvarez.

Manuel Viela es guardia civil y vecino de Valdoviño (La Coruña). A sus 50 años, lleva 16 prestando servicio en el puesto de San Sadurniño (a 15 minutos en coche) y, como es natural, cada vez que algún vecino tiene algún problema o duda acuden a él. Todos llevaban ya desde después de las navidades pendientes del famoso «Rambo gallego». Se habían producido varios robos en viviendas en las últimas semanas y muchos decían haberle visto. «Tuvimos muchos avisos de este estilo y, claro, había que ir a comprobarl­o pero nunca le llegamos a ver. La gente estaba asustada», explica Viela a este diario. Pero él sabía que el día iba a llegar. Solo era cuestión de tiempo. Lo tenía tan claro que su única preocupaci­ón era que el aviso saltase demasiado lejos y, para cuando llegaran, «El Rambo» ya se hubiera esfumado. Pero no fue así.

Quién le iba a decir a Manuel que la escena iba a ser en su pueblo. Acababa de entrar la medianoche del jueves cuando recibió una llamada a su móvil. Era una vecina de Valdoviño que le llamaba muy alterada porque habían escuchado cómo alguien intentaba acceder a su vivienda por la ventana trasera. Allí vivían dos hermanos (una mujer y un hombre de entorno a los 40 años) con su madre octogenari­a. Manuel apenas tardó cinco minutos en llegar. «Lo que me llevó vestirme, coger el arma e ir para allá», aclara. Cuando llegó también se había unido a la «caza» otro hermano de la familia y los tres esperaron un poco agazapados para ver si, al notar el silencio, el presunto «Rambo» salía de su escondrijo. Y así fue.

Unos tres o cuatro minutos después salió por un camino a unos 200 metros y Manuel, según explica, salió tras él. Le dio el alto pero nada: «Rambo» ni caso. Dio un disparo al aire y lo mismo. Como el que oye llover. El codiciado delincuent­e salió a la carrera pero una cojera no le permitió ser muy veloz. Se había hecho daño en un pie al saltar de la vivienda en este robo. «Di un segundo disparo al aire y nada, parece que aún corría más», explica explica el agente, así que no fue hasta que le dio alcance y sacó su defensa extensible cuando el delincuent­e se dio cuenta de que no tenía mucho que hacer.

Eso sí, se defendió hasta el final y trató de darle con la garrota aunque dejó de golpear cuando el guardia civil, finalmente, logró abalanzars­e sobreelcri­minalparar­educirle.Los hermanos de la casa del robo también se abalanzaro­n para que al «Rambo gallego» no se le pasara por la cabeza intentar huir. De hecho, les dijo: «Vale, vale», dando a entender que aceptaba su derrota.

Pero no fue hasta que llegaron los compañeros de Manuel y le pusieron los grilletes cuando pudieron dar «oficialmen­te» por cerrada la última andanza de este peculiar delincuent­e gallego que el mismo jueves entró de nuevo en prisión. Aunque muchos parece que solo recuerdan de él sus robos de comida en viviendas durante todo este tiempo que ha estado fugado, Alfredo Sánchez Chacón, como en realidad se llama el delincuent­e, mató a un chico de 24 años en los años 90 durante las fiestas de San Roque (Pontevedra).

Pero, según «La Voz de Galicia», Chacónyali­derabacon1­6añosuna banda en Vilagarcía de Arousa. Un año después pisaría una comisaría y luego llegaría su paso por el Ejército, donde aprendió técnicas de superviven­cia y guerrilla en la Legión y las Fuerzas especiales. En 1988 lesionó a un policía tras ser detenido y luego se le perdió la pista hasta el trágico suceso de 1996. Fue cuando ingresó en prisión preventiva por este homicidio cuando protagoniz­ó su primera fuga de prisión. Los presos de la cárcel de Vigo simularon una pelea para entretener a los funcionari­os de la prisión y Alfredo Sánchez se descolgó por una sábana. Huyó a Portugal y en 2002 fue detenido, por lo que pudo ser juzgado. Le condenaron a 17 años de prisión y comenzó a cumplir la pena en la de Monterroso (Lugo) pero al primer permiso de tres días que le concediero­n, en marzo del año pasado, ya no regresó.

Durante todo este tiempo le han ido situando en varios escenarios. Primero en los montes de Ferrolterr­a. Los vecinos comenzaron a decir que se metía en las casas para robar comida en los pueblos aledaños y en Puentedeum­e (allí le atribuyen 14 viviendas). Luego un cazador le vio en la zona de Fragas do Eume. Se colocaron incluso cámaras nocturnas pero no volvieron a verlo por allí.

Afeitado y con mascarilla

La semana pasada un vecino de Santa María do Monte le pilló in fraganti en su garaje y él, al verse sorprendid­o, le dio un garrotazo y huyó. «Ese es el problema. Sabemos que puede ser violento porque mató a un chico y, aunque no busque el enfrentami­ento, cuando se ve acorralado no sabemos cómo podía reaccionar. Además, creemos que muchos no le reconocían y se paseó con mascarilla. Llevaba varias en la mochila», explica el guardia civil. Según el guardia, solía escoger casas de segundas residencia para quedarse algún día durmiendo y no pasar a la intemperie las frías noches del invierno. En una de ellas se había afeitado y cortado el pelo.

Opuso resistenci­a a su arresto hasta que se abalanzaro­n sobre él: «Vale, vale», dijo admitiendo la derrota

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Alfredo Sánchez ya se ha fugado dos veces de la cárcel

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