Las 400 toneladas de la estación espacial serán estrelladas contra la Tierra
EnEn 2031 podrían llover sobre nosotros 420 toneladas de metal y plástico. Sin embargo, la Tierra es grande y las agencias espaciales son muy precisas. Por eso está todo planeado para que se zambulla en un punto concreto al sur del Océano Pacífico, sin afectar a ciudades, personas o bosques. Se trata del punto Nemo, la zona del planeta más alejada de cualquier costa y con el tiempo lo hemos convertido en un verdadero cementerio de naves espaciales, satélites, etc.
Así pues, llega el fin de una estación que orbita a 400 kilómetros sobre nuestras cabezas y que, desde que se lanzó en 1998, ha acogido a astronautas de las más variadas nacionalidades, simbolizando la unión de civilizaciones. En ella se han realizado 3.000 investigaciones que requieren condiciones de microgravedad: desarrollo de nuevos fármacos, cáncer, Alzheimer y por supuesto mucha física. Y, ahora que se acerca su último capítulo, es normal que nos preguntemos qué nos depara el futuro. ¿Habrá una nueva Estación Espacial Internacional? La respuesta parece estar en las compañías privadas.
Imagina que tu casa estuviera orbitando a 400 kilómetros de la superficie terrestre. Su mantenimiento sería tan complejo como costoso, cualquier reparación sería una odisea y, posiblemente, acabaría siendo más rentable comprarte una nueva en lugar de hacerle una reforma a los 25 años. Algo así sucede con la Estación Espacial.
Los ingenios espaciales están hechos para aguantar mucho, tanto como puedan, pero a su vez necesitan ser tremendamente precisos y funcionar como un reloj. Eso significa que, aunque podamos ir reparándolo, el alto coste de este mantenimiento y el hecho de que nunca quedará como nuevo hace que pasado un tiempo deje de ser rentable mantenerlos en funcionamiento. En definitiva, hay un momento en que la relación entre coste y beneficios presenta al cambio como mejor opción que la reparación. Esa es la realidad inevitable que empieza a vivir la Estación Espacial Internacional.
Está por ver si finalmente la NASA logra que el resto de las agencias implicadas aprueben alargar la vida de la Estación Espacial Internacional hasta 2030 en lugar de hasta 2024, como estaba pensando. Aunque, ocurra cuando ocurra, parece que el sector privado tomará el relevo, porque es más fácil mantener una casa de alquiler que una que es enteramente nuestra. Las agencias espaciales ya contratan a empresas como Space X para poner en órbita carga o tripulación y es cuestión de tiempo que suplan a estas estaciones de órbita baja. De hecho, la famosa compañía aeroespacial Lockheed Martin dice que en cinco años pondrá en órbita la primera estación espacial privada.
No podemos conocer el futuro, pero las empresas espaciales privadas parecen haber llegado para quedarse. Nos esperan tiempos convulsos, años de regulación, de reproches y desavenencias; eras de faroles y plutocracia. Sin embargo, nos hemos adaptado a los sistemas más diversos y, aunque a palos, hemos salido adelante y la exploración está a punto de ser una parte tan fundamental de la humanidad como la gastronomía o la literatura.