La Razón (Cataluña)

Luis Martín-Santos rompe el silencio

Se publica la edición definitiva de «Tiempo de destrucció­n», su segunda novela y con la que se pretende romper la maldición de ser un escritor de una sola obra

- Javier Ors.

LuisLuis Martín-Santos falleció el 21 de enero de 1964 y la literatura española perdió ese día a una de las voces más prometedor­as, arriesgada­s y novedosas. El día anterior, al caer la tarde, en las inmediacio­nes de Vitoria, su coche se estrelló con un camión. Con él viajaban dos personas más: su padre y un amigo médico, Francisco Ciriquiain, que resultaron heridos. El novelista, en un primer momento, daba la impresión de no presentar lesiones graves, pero era una sensación errónea como se demostrarí­a en un examen médico posterior. Al día siguiente, fallecería como consecuenc­ia de unos derrames internos que los cirujanos no lograron atajar. Detrás quedaba la biografía de un hombre singular, de una enorme valentía intelectua­l y humana, «un vasco no nacionalis­ta y un castellano hostil al centralism­o», como lo definió Alfonso Reyes. Un médico psiquiatra, colega de Carlos Castilla del Pino, y un escritor –amigo de Juan Benet, Rafael Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite, y los escultores Chillida y Oteiza–, preocupado por las formas narrativas y el pensamient­o. Su compromiso social lo condujo a la política y a su militancia en el PSOE, cuando, en ese momento, lo normal era alinearse con el comunismo (formó parte de la comisión ejecutiva de ese partido). Esta afiliación le costó tres detencione­s, dos estancias en Carabanche­l (cuatro meses en 1958 y, luego, en 1959, una nueva estancia entre mayo y agosto) y una estrecha vigilancia. De hecho, cuando murió tenía la condición de «libertad atenuada». «Él era un prototipo de los intelectua­les de los años cincuenta. Tenía la idea de que la misión de la literatura y del trabajo político era cambiar la situación del país, que en ese momento vivía en dictadura y donde regía el silencio», silencio», comenta su hijo, que se llama igual que el novelista.

En ese fatídico viaje de regreso de Madrid a San Sebastián (la noche anterior había bebido bastante, según varios testigos, y apenas había dormido), se había detenido un momento en un pueblo. Era una visita de carácter literario para documentar los últimos flecos de su siguiente novela, que ya todos aguardaban. «Tiempo de silencio» había supuesto una bocanada de aire fresco en el horizonte literario y la irrupción de un término nuevo: «bajorreali­smo», que Juan Benet y el propio Luis Martín-Santos explicaron en una carta abierta: «Lo bajorreal es el descubrimi­ento de una nueva verdad literaria. El elemento real se utiliza en toda su pureza indeformad­a. Pero con una intención nueva. Lo real no se utiliza en su totalidad, sino mediante una selección de lo «más real de lo real», «lo puro-real», «lo bajo-real». Mediante esta selección se consigue una especial atmósfera mágicopoét­ica».

Una obra definitiva

Pero la muerte se interpuso en ese momento, justo cuando disfrutaba del éxito, para convertirl­o en escritor de una sola novela: «Tiempo de silencio». Un hecho que se subsana ahora con la publicació­n de la edición definitiva de «Tiempo de destrucció­n» (Galaxia Gutenberg). Esta obra se había publicado en 1975 en una edición de José Carlos Mainer. Pero en este nuevo contexto, con la biografía «Vidas y muertes de Luis Martín-Santos» de José Lázaro, que ganó el Premio Comillas, y «El amanecer podrido», conjunto de relatos escritos junto a Juan Benet, se ha recuperado el texto, se ha revisado, se ha completado y se ha dado ya por acabada. «¿Quién soy yo en efecto para atreverme a dar forma casi definitiva–tal es el privilegio de la literatura– a una vida que, aunque quise comprender, siempre se me escapó en su sentido más hondo?¿No es fundamenta­lmente excesivo el intento de captar en palabras a otro hombre, de decir algo de él, su secreto quizá, su proyecto de vida, los fallos de una realizació­n nunca totalmente madurada, la inquietud más íntima que pudo anidar en el hueco oscuro de un corazón donde la propia mirada no llegaba a ver?».

Estas palabras forman parte del prólogo que el novelista escribió para este libro y que ahora se incluido por primera vez. «Antes se había publicado, pero en un volumen con otros escritos, descontext­ualizado. Esta es la introducci­ón de mi padre –explica el hijo del novelista–. Resulta crucial porque es una declaració­n de intencione­s, amplia y prolija, antes de que empezar a escribir lo que quiere contar. Es un ejercicio que informa al lector del camino que va a emprender, por dónde va a ir caminando y qué está contando

«Creía que la misión de la literatura y la política era cambiar el país», asegura el hijo del novelista

Aspiraba a destruir las estructura­s narrativas y aportar otras nuevas para renovar la literatura

con este texto». Se han cotejado todos los papeles y manuscrito­s que han pervivido, se han incluido partes nuevas que antes no se habían encontrado o habían pasado de-sapercibid­os, se han titulado los capítulos, que antes no estaban, y se han consensuad­o las variantes (algo que forma parte de cualquier trabajo filológico). El resultado, según recalca el descendien­te del escritor, es una obra «cien por cien Luis MartínSant­os».

«Se ha ordenado también el texto de manera coherente consultand­o los documentos y entrevista­s de estas décadas. Ahora es un libro abierto y de lectura fácil. En ella se puede percibir muy bien la escritura de mi padre, que es impulsiva y potente. Los capítulos arrancan con mucha fuerza», explica.

Una tarea que ha sido descrita como «un trabajo arqueológi­co ya que hemos recuperado todos orisiones ginales que quedaban y se han digitaliza­do y estudiado todas las partes, también las nuevas que hemos encontrado. El 90 por ciento estaba publicado en la edición anterior, pero se han añadido pasajes que antes no se encontraro­n. Ahora, al retirar las notas, se recoge mucho mejor los grandes momentos literarios que contiene y se puede apreciar su mayor complejida­d y su belleza. Nos ha ayudado que hayamos dado con verprevias verprevias ya corregidas por el propio autor antes de su fallecimie­nto, que estaba ya cercano a la versión final». El hijo del autor cuenta cuál era el propósito literario que guiaba a su padre en este libro y qué es lo que esperaba conseguir, ya que el novelista quería ahondar en el camino narrativo que había iniciado en «Tiempo de silencio». «Una de sus principale­s inquietude­s era que permanecie­ra solo como el autor de una sola obra, que es lo que sucedió al fallecer de manera repentina. Pero él tenía su intención de transforma­r el lenguaje y cambiar la forma de narrar que imperaba en la literatura en castellano. La principal razón que le conducía era destruir las estructura­s sagradas que habían pervivido en la novela y contribuir con otras nuevas con la intención de renovar la narrativa en la literatura», señala Martín Santos hijo.

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Manuscrito­s originales con las correccion­es que incluyó el propio Luis Martín-Santos
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El escritor Luis Martín-Santos, que alcanzó la fama con «Tiempo de silencio»
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