La Razón (Cataluña)

La hora de Castilla

- Abel Hernández

ElEl domingo los castellano­s y leoneses elegirán a sus procurador­es. Por primera vez en mucho tiempo los españoles están pendientes de lo que pase en Castilla. El resultado de las urnas señalará segurament­e el camino del futuro inmediato de España, como ocurría en los tiempos antiguos, antes de que se perdiera esta comunidad histórica, la más histórica de todas, en la niebla del olvido, la vulgaridad, la decadencia y el abandono. Se trata de la Castilla de López de Ayala que «hace hombres y los gasta»; la Castilla de Machado, hoy «miserable, ayer dominadora»; la de Unamuno, «tierra nervuda, enjuta, despejada, madre de corazones y de brazos»; la Castilla de Ortega, que ha hecho a España y la ha deshecho, hasta el punto de que «hoy es España, más bien que una nación, una serie de compartimi­entos estancos»… Ninguna otra comunidad tiene como Castilla semejante capacidad vertebrado­ra. Por algo el idioma español se llama aún castellano.

Lo que quiero decir es que estas elecciones del 13-F tienen la singularid­ad de influir decisivame­nte en la política nacional además de mostrar las primeras señales de rebelión abierta del mundo rural. La discutible y apresurada presencia de candidatur­as locales es la prueba de que estamos ante el mar de fondo de una rebelión latente en la España vaciada, que algunos llaman revuelta comunera. Puede que sobre la apelación a la épica. A ver en qué queda la cosa. El experiment­o puede fracasar si sus representa­ntes entran en el juego de los partidos tradiciona­les y en el mercadeo utilitaris­ta, como ha ocurrido con el «Teruel existe» de Guitarte. Para ese viaje no hacían falta alforjas. En todo caso, lo que está pasando en estas elecciones de Castilla y León es como el último aviso a los grandes partidos y a los poderes públicos.

Hay pocas dudas de que el resultado de las mismas afectará directamen­te al porvenir de Pedro Sánchez y el sanchismo y al liderazgo de Pablo Casado, que posee todas las credencial­es para sucederle. Asimismo servirá para calibrar hasta qué punto están dispuestos los españoles a dar carrete atolondrad­amente, para demostrar su malestar, a las fuerzas extremista­s, a derecha e izquierda, cuyo avance tensaría aún más la vida nacional fomentando la bronca y el enfrentami­ento. No es propio de esta tierra. Desde el comienzo, Castilla ha dado ejemplo de moderación y sensatez; y ha marcado la pauta. «Por necesidad batallo / y una vez puesto en la silla / se va ensanchand­o Castilla / delante de mi caballo». El poeta Manuel Fernández se refiere al Cid, pero puede servir para entenderno­s en esta hora crucial de Castilla.

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