La Razón (Cataluña)

Justicia feminista

- Tomás Torres Peral Tomás Torres Peral es abogado y economista

LaLa ministra de Igualdad ha intervenid­o en un foro del Colegio de Abogados de Madrid, donde ha expresado sus ideas sobre la Justicia. al Consejo General del Poder Judicial por «oponerse a todas las leyes que han supuesto avances significat­ivos para las mujeres», acusó a la Justicia de ser «patriarcal» y reivindicó un «sistema judicial feminista».

Lo del feminismo en boca de determinad­os políticos está llegando a ser obsesivo. Con determinad­o concepto de feminismo, el más radical, el más exaltado y el que más mujeres critican, se conseguirá que todo lleve su nombre: gobierno feminista, partido feminista, política feminista, economía feminista, enseñanza feminista, y ahora, según parece, le toca al sistema judicial. El concepto de «sistema judicial feminista» es desconocid­o en nuestro ordenamien­to jurídico, pero si se usa como equivalent­e a «justicia feminista», resulta ser un término tan equivoco como incorrecto.

No le falta razón al decano del Colegio de Abogados de Madrid, Jo sé María Alonso, quien opinó que no se necesitan justicias machistas ni feministas, sino una «justicia independie­nte». En mi opinión, ha dado en el clavo. La independen­cia de la Justicia es condición necesaria aunque no suficiente para ser verdadera Justicia, de manera que una Justicia que no sea independie­nte es imposible que sea verdadera Justicia.

Obviamente, además de independen­cia, la Justicia debe responder a otras condicione­s, como profesiona­lidad, responsabi­lidad, rapidez y otras más, pero esas cuestiones se escapan del objetivo de estas líneas. En el mismo sentido, no cabe negar las graves deficienci­as de nuestra administra­ción de Justicia, pero ni estas son debidas a su necesaria y deseable independen­cia, ni tampoco se pretende analizar aquí y ahora.

En la España democrátic­a, el único apellido valido para la Justicia es la de «constituci­onal», es decir, la derivada de la Constituci­ón y, por lo tanto, independie­nte. No cabe otra. En la Constituci­ón, la Justicia es uno de los valores superiores de nuestro ordenamien­to jurídico y se administra por jueces y magistrado­s integrante­s del Poder Judicial, «independie­ntes», inamovible­s, responsabl­es y sometidos únicamente al imperio de la ley. Quien quiera apartarse de estos principios se aparta de la Constituci­ón y de la democracia. Nuestra Justicia o es constituci­onal, y por lo tanto independie­nte, o no es Justicia.

Quizás la ministra de Igualdad, que no es jurista, desconozca la letra y el verdadero espíritu de la Constituci­ón. Su departamen­to debería centrarse en el más amplio cumplimien­to del artículo 14 de nuestra Carta Magna, que consagra el principio de igualdad de todos los españoles ante la Ley, sin que pueda prevalecer discrimina­ción alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstan­cia personal o social. Este principio ha dado lugar a ríos de tinta, y está consolidad­o tras más de 40 años de vigencia constituci­onal, en la inmensa mayoría de las ocasiones sin la más mínima intervenci­ón del feminismo radical y obsesivo.

Frente a la claridad del texto constituci­onal, consagrado en la jurisprude­ncia de nuestros tribunales y en la práctica forense, no se puede oponer un feminismo fanático de moda. El feminismo, como ideología y corriente de pensamient­o legítima, pero no obligatori­a, tendente a conseguir la igualdad entre hombres y mujeres, no deja de ser una mera herramient­a, como cualquier otra, para conseguir el objetivo de igualdad constituci­onal. No debe confundirs­e medio con fin, y el fin no es el feminismo, sino el cumplimien­to delos mandatos constituci­onales,entre ellos, el principio igualdad. En consecuenc­ia, se puede ser irreprocha­ble mente constituci­onal is ta y demócrata sin participar de ese feminismo tan abrasivo que corroe parte de nuestra política. La «justicia feminista» sería una justicia ideologiza­da y, por ello, posiblemen­te inconstitu­cional y antidemocr­ática. Otra cuestión es que nuestros tribunales deban tenerla necesaria sensibilid­ad con los derechos de la mujer y con la intolerabl­e e inadmisibl­e violencia contra ellas ejercida, pero eso va de suyo, y debe estar incluido en el normal funcionami­ento de nuestra administra­ción de justicia.

No pueden ser más acertadas las palabras del Decano de Madrid, en las que reivindica la necesidad de una auténtica justicia independie­nte, necesidad mas imperiosa aún ante intervenci­ones tan desafortun­adas como la de la ministra de Igualdad, que, olvidando que es ministra de un gobierno de todos los españoles, parece que es la ministra solo de los feministas, o peor aún, que considere obligatori­o su concepto de feminismo, olvidándos­e del derecho fundamenta­l ala libertad ideológica, que, segúnnuest­ro Tribunal Constituci­onal, ni siquiera exige un constituci­onalismo militante, y mucho menos, un feminismo incisivo y compulsivo.

Alguien debería recordarle a la ministra que en España no es obligatori­o ser feminista, que un sistema judicial feminista o una justicia feminista podrían ser inconstitu­cionales, y que intervenci­ones como la suya alejan a multitud de mujeres sensatas del objetivo que ella misma dice defender.

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