La monja que desvió dinero para apostar
Mary Margaret Kreuper, de 80 años, se declaró culpable de un cargo de fraude electrónico y uno de lavado de dinero
Robaba los fondos de los que era responsable y que procedían de las matrículas
ADiosADios rogando y con el mazo dando. Así debieron pensar los padres engañados por la directora del colegio católicodondemilesdeestudiantes, comosushijos,hanrecibidodurante más de un siglo «excelencia académicayformacióncatólica»desde que abrió por primera vez sus puertas en 1918.
LadirectoradelaEscuelaCatólica St James de Torrance, situada en el condadodeLosÁngeles,aprovechó esecargo,quemantuvodurantecasi tres décadas de su vida, para robar los fondos de los que era responsable, y que procedían de los pagos de las matrículas y las mensualidades de los alumnos, así como también de donaciones. La responsable del centro educativo de California, la religiosa Mary Margaret Kreuper, robó cerca de 740.000 euros durante un período de diez años para gastarlos en viajes a Temecula, Lake Tahoe y Las Vegas, y apostar en múltiples casinos de la conocida como «la ciudad que nunca duerme». Ahora, a sus 80 años, la monja tendrá que pasar doce meses prisión y restituir casi todo el importe robado.
Así lo daba a conocer, a través de un comunicado, el Departamento de Justicia de Estados Unidos, después de que una auditoría efectuada en 2018 desenmascarara a la religiosa, que fue denunciada antes de declararse culpable, en junio del año pasado, de un cargo de fraude electrónico y otro de lavado de dinero, y condenada posteriormente a pasar un año entre rejas en una prisión federal. La monja acusada tenía también el control de las cuentas del colegio en una cooperativa de crédito, incluyendo la de una cuenta de ahorros para la escuela católica que dirigía y otra establecida para efectuar los pagos de gastos de manutención del resto de religiosas del centro, con sede en Los Ángeles.
El desvío de fondos de las dos cuentas, según el Departamento de Justicia estadounidense, la acusada los destinó a grandes gastos de juego y apuestas en los que incurrió en casinos de la ciudad de Las Vegas, así como a otros cargos de tarjetas de crédito, desviando fondos de las dos cuentas sin solicitar la orden correspondiente ni contar con la aprobación necesaria para realizar dichas transacciones. Para esconder sus fechorías, la monja falsificó informes mensuales y anuales, y así encubrir esos gastos de conducta fraudulenta, pidiéndole también a sus propios empleados, cuando se puso en marcha la investigación judicial,quealteraranodestruyeran algunos registros financieros del centro educativo para ocultar sus irregularidades. Pero fue finalmente una familia la que destapó el prolongado engaño, al solicitar una copia del cheque con el que habían realizadosucontribuciónalaescuela. A través ese rastreo pudieron determinar que el pago se había depositado en una cuenta a terceros, no relacionada con la institución educativa.
Al ser descubriera y acusada por susactosdelictivos,losabogadosde Kreuperalegaron«unaenfermedad mental que nubló su juicio y la llevó a hacer algo que de otro modo no habría hecho», añadiendo que lo lamentaba.