«Tengo miedo, suplico a España que no extradite a mi marido»
► Cismary Marcano se encadena para frenar la entrega de Quintero al régimen chavista
CismaryCismary Marcano, la mujer de Ernesto Quintero no puede más. Esta previsto que hoy envíen a su marido a Venezuela, una polémica extradición de España a las autoridades de un país en el punto de mira de la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad.
De 36 años, llegó a Madrid en 2018, junto a Ernesto y su hija, que hoy ya tiene 8 años. Se establecieron en Arganda del Rey pidieron asilo por cuestiones humanitarias y se empadronaron. La pequeña comenzó el colegio en 2019. Ella encontró trabajo como empleada doméstica. Su historia hubiera sido una más entre las decenas de miles de venezolanos que abandonan Venezuela y buscan en España un futuro mejor ante la deriva autoritaria del chavismo. Pero había contra Ernesto una petición de extradición y su marido estaba en los registros de Interpol. El venezolano peleó y demostró ante el organismo internacional de la Policía que él no era «accionista» de la empresa ABBA, tal y como denunciaban las autoridades de Venezuela, que lo acusan de participar en una trama de enriquecimiento ilícito y llevarse unos 40 milllones de euros. Ernesto cumplía órdenes y demostró, además, que sus funciones eran meramente administrativas. Por tanto, la Interpol retiró la denominada «ficha roja».
El problema es que, paralelamente, en los tribunales españoles comenzaban con la petición de extradición. Tras la decisión de la Audiencia Nacional, en enero de 2021, el Consejo de Ministros español –formado por representantes del PSOE y de Unidas Podemos– aprobó su entrega al chavismo. Al mes siguiente, Ernesto Quintero es detenido y trasladado a la prisión de Soto del Real, donde lleva un año encerrado. La batalla de Cismary por liberar a su marido ha sido muy dura, pero reconoce que siempre guardaba la esperanza de que Ernesto no fuera extraditado a Venezuela. Entre lágrimas, confiesa a LA RAZÓN que la angustia le está matando. Pudo hablar con él este miércoles, a las 8 de la mañana, y si no se obra el milagro, ya no podrá «volver a escuchar la voz» de su marido. «Tengo mucho miedo. Vengo a pedirle, a suplicarle una vez más a la Audiencia Nacional de España que no extraditen a mi esposo», indica Cismary desde las escaleras del Congreso de los Diputados antes de encadenarse. «Es una injusticia. Mi esposo no es un político, no cometió ningún delito. Es una persona normal, con una familia, trabajador, honrado, con valores... No es un delincuente, no era socio ni accionista, no es un ladrón. No es un ladrón», repite.
Lo que más le sorprende a Cismary es que España no respete sus derechos al entregarle a Venezuela. «Mi esposo es inocente, no le pueden enviar a la dictadura de Maduro», y añade que una vez allí será torturado y privado de sus derechos más básicos.
«Esto es muy injusto», insiste, visiblemente afectada. Cismary recuerda que su marido presentó una solicitud de asilo «que aún no ha tenido respuesta. No se le están respetando sus derechos», asevera. Y es que en el tratado de extradición entre España y Venezuela de 1989, se deja claro que si hay petición de asilo no se procederá a la entrega. Cismary asegura que su marido ha dado positivo, e incluso con coronavirus, le van a mandar a Caracas mañana, vía Estambul. «¿Tiene covid y aún así le quieren enviar, contagiado, enfermo? ¿Por qué no le respetan sus derechos? ¿También van a vulnerar la salud?». Al cierre de esta edición, se confirmaba que se suspendía la entrega hasta que Ernesto Quintero dé negativo.
Desesperada y desmoralizada, se ha encadenado a una señal en frente del Congreso de los Diputados, acompañada por otros compatriotas venezolanos. «Sólo pido que me ayuden que no lo entreguen a la dictadura». Delante de su hija, Cismary se hace la fuerte. Intenta estar tranquila, disimular y llorar a escondidas, pero la pequeña sabe que algo no va bien. «Le hemos dicho que su padre está de viaje, por trabajo, pero lo echa mucho de menos». A lo largo de este duro año, le han llevado cuatro veces a Soto de Real. «Mentimos, dijimos que estábamos en el aeropuerto, en una zona especial por el coronavirus. El problema es que cada vez que toca despedirse lo pasa tan mal, que pensamos que es contraproducente, que sufre más». Ella se hace mil preguntas y «ya no sé qué más decirle» para tranquilizarla. Cismary se rompe al preguntarle sobre qué le dirá en caso de que hoy sea extraditado de Madrid a Caracas. No es capaz de responder. «No extraditen a mi esposo, no se lo entreguen a la dictadura de Maduro.Esinocente»,reitera.«Sólo espero que de verdad miren todas las pruebas que se han presentando para demostrar que no era socio ni accionista, que revisen el comunicado del ACNUR, todo, antes de enviarlo a Caracas».
Mi esposo no es un ladrón, es inocente, no le pueden enviar a la dictadura de Nicolás Maduro» «El Gobierno no puede vulnerar sus derechos, Ernesto está pendiente de una petición de asilo»
Cismary Marcano
Mujer de Ernesto Quintero